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¿SABEMOS DONDE VAMOS?

Parece que la impotencia de la clase política ante la ola de incendios forestales, les está poniendo nerviosos, pues las declaraciones de unos y otros solo conducen a taparse sus propias vergüenzas.

    Posiblemente el dato de que más de la mitad de la superficie quemada, en lo que va de campaña, sea sobre bosques situados en zonas declaradas como protegidas, no dice nada en su favor del esfuerzo realizado para protegerlos de su principal enemigo, que no es otro, para la vegetación mediterránea, que el fuego.

    Por otro lado, el Ministro de Agricultura, declara que una de las soluciones es ampliar las penas a los pirómanos, propuesta esta nada original, pues se repite cada verano, y que está bien para el que desconozca el problema en su totalidad, y no sepa que la vigilancia disuasoria de los montes, sobre todo en la época de riesgo de incendios, ha ido desapareciendo, poco a poco, desde hace más de tres décadas. En este caso, por mucho que se aumenten las penas ¿Quien va acoger a los pirómanos? Parece que las `propuestas en este sentido no dejan de ser una broma. Primero restablecer la vigilancia, y después se puede hablar con fundamento de incrementar las penas de los incendiarios. La propuesta no deja de ser una paradoja.

    Aunque la competencia en el tema de los incendios forestales corresponde a las Comunidades Autónomas, para este Ministro de Agricultura, que repite en este cargo, no debe ser una sorpresa lo que está sucediendo, pues la estadística de los incendios forestales se centraliza en su ministerio, y no se puede esperar que ocurra otra cosa en Autonomías que en los últimos 20 años, su tasa media anual de quema ha sido 13 veces mayor de la permitida en la Comunidad Valenciana, 7 veces mayor en Galicia, 4,6 veces superior en Cataluña y 4,5 veces más alta en Canarias. Por tanto, lo que ha sucedido, y está sucediendo, no es causa de las elevadas temperaturas que venimos sufriendo, pues son similares a la media de todos los veranos, ni de que las penas aplicables a los pirómanos sean bajas, si no, aunque no sea políticamente correcto decirlo, de lo mal gestionados que están sus Planes de Protección contra Incendios Forestales. Sería bueno que sus técnicos y asesores le informaran de la situación de estos índices, pues cuando de manera clara conducen hacia tanta catástrofe, es necesario avisar a los responsables de que su gestión está siendo deficiente.

   

    Como quedan todavía casi dos meses en los que el riesgo de incendios puede ser alto, sería bueno que el Ministerio de Agricultura mandará unas recomendaciones, dentro de la prevención, a todas las Comunidades Autónomas : Establecer vigilancia disuasoria en las zonas a proteger, y llegar con los medios al incendio antes de trascurridos los primeros 30 minutos. Además, para que no se produzcan más pérdidas de vidas humanas, que se cumplan las normas básicas de Seguridad y Salud, pues las fotografías publicadas por los medios de comunicación, muestran a los combatientes esperando el fuego a media ladera, como si desconocieran que estas situaciones llevan consigo un gran riesgo de peligro de muerte.

    Esperemos que en lo queda de campaña no desviemos nuestra atención con mensajes que no conducen a ninguna parte, y no perdamos la paciencia queriendo dominar las leyes de la naturaleza. Pues cuando un incendio forestal no está controlado, es decir, cuando tiene frentes activos, no existen medios materiales, ni aviación que lo pare, y esto solo sucede si cambian bruscamente las condiciones climáticas, o cuando termina la continuidad de la vegetación.

    Si no se tienen claros los principios básicos a seguir para combatir los incendios forestales, y estos se han olvidado hace varias décadas, siempre perderemos en esta lucha, como así viene sucediendo.