Las estadísticas de los incendios forestales en España comienzan en el año 1961, es decir que al terminar esta campaña habrán cumplido 52 años. En este poco más de medio siglo de vida, destaca como decenio más catastrófico, la década de los ochenta, coincidiendo el mismo con el periodo en que se llevan a cabo el cambio de competencias, en materia forestal, a las Comunidades Autónomas, desmontando muchas de ellas los sistemas existentes para la prevención y el control de incendios forestales, sin que hasta la fecha hayan sido sustituidos por otros más eficaces, como lo demuestra el hecho de que casi todas las Comunidades Autónomas hayan duplicado su tasa de quema permisible de superficie arbolada, en los últimos 20 años, excepto La Rioja y el País Vasco, se haya cuadriplicado en Andalucía, Cataluña, Galicia y Canarias, y se ha multiplicado por catorce en la Comunidad Valenciana. 

Copas de árboles en verano

    Apenas se ha iniciado la campaña de incendios forestales, y cuando las temperaturas, día tras día, comienzan su escalada hacia más de los 35º, con pronósticos de mantenerse de forma continuada por periodos de más de una semana, lo que desemboca en que la vegetación de nuestros suelos mediterráneos alcance lo que se conoce como el “stress hídrico”, y se encuentre en alto riesgo de incendio, aparecen en distintos medios de comunicación representantes de variadas asociaciones ecologistas, criminalizando a nuestros pinos por que serán la causa de nuestros incendios, o se hace referencia a ellos c0mo las especies causantes de que se produzcan grandes incendios. Algunos han ido más allá y han manifestado que los pinos plantados en España no son especies autóctonas, demostrando una ignorancia que no llegamos a entender, si tenemos en cuenta que el que asevera esta barbaridad de que nuestros pinos piñoneros, pinaster, silvestres, laricios, halepensis, canario y uncinata no son tan autóctonos como nuestras encinas, se hace llamar biólogo.lema a propagar.

Porqué disparar al mensajero

    Hace un par de semanas decíamos que, en el mes de septiembre, había llegado a nuestras manos un estudio, realizado por un Ingeniero Técnico Forestal, en el que se recogían los distintos medios que se vienen empleando en España en el control y extinción de incendios forestales, indicando el coste de cada uno de ellos, por lo que resultaba fácil llegar a equivalencias de costes entre todos, y facilitaba la posible sustitución de unos por otros.

Este estudio, el primero realizado por un técnico forestal, denunciaba, entre otras irregularidades, que en las últimas campañas, hubiera bajado la contratación de personal para las brigadas contra incendios, cuando estas son indispensables, pues los incendios forestales se controlan y se extinguen con su apoyo desde el suelo, y hubiera aumentado la contratación de medios aéreos, sin producirse lo lógico en estos casos, al menos este es uno de los principios básicos sobre incendios forestales, que a más medios aéreos más brigadas terrestres para apoyar sus descargas, pues sin este apoyo en tierra su eficacia es nula.

    Cuando acabamos de estrenar el verano, estación que se caracteriza por alcanzar la madurez la mayoría de de los cultivos de la tierra, entramos también en la estación en la que finaliza el curso académico, y con su final termina también el año agrícola, el año hidrológico y el año forestal. Pero antes de terminar el verano, en esta estación es cuando, si no se han llevado a cabo las labores de prevención necesarias en nuestros montes, se producen los grandes incendios forestales que arrasan nuestros bosques mediterráneos. Insistimos en los grandes incendios forestales, pues ellos son la consecuencia del abandono de la prevención, aunque en las últimas décadas la administración forestal no se de por aludida, por lo que entraremos en una nueva campaña de incendios forestales, con enorme probabilidad de que el número de grandes incendios no disminuya.

    Para todos los que vivimos en el Hemisferio Norte, por encima del trópico, el otoño es la estación que invita al recuerdo y a la planificación del futuro, todo ello acompañado por una Naturaleza que se viste con sus más vivos y atractivos colores.

    Terminado con el verano el año hidrológico, el agrícola y el forestal, con el otoño iniciamos un nuevo ciclo anual, siendo el momento de examinar los errores cometidos en el año trascurrido, y nuestro propósito de corregirlos, si no es posible en el próximo año, en el plazo que la Naturaleza, con la ayuda del hombre, sea capaz de absorberlos.