Imprimir
Visto: 2732

  Parque Nacional de Cabañeros

    Desde hace un par de semanas, desde las páginas dedicadas en distintos medios de comunicación a los Parques Nacionales españoles, crece la preocupación sobre los planes de uso y gestión de algunos de ellos, coincidentes con los dos últimos que fueron creados en el tiempo, el de Cabañeros y el de Guadarrama, a los que se les incluyó dentro de esta figura de máxima protección, sin cumplir dos requisitos básicos exigibles:

    -Ser un espacio poco alterado por el hombre.

    -La casi totalidad de la superficie afectada debe ser de propiedad pública.

    No tengo que manifestarme ahora detractor de la creación de estos dos Parques Nacionales. Pues cuando fueron declarados, escribí el error que suponía esta decisión, ya que los territorios sometidos a esta protección especial, no se caracterizaban por soportar una flora y una fauna virgen, con bajo desarrollo urbano, que pudieran identificarse como idóneos con las exigencias que se requieren para ser un Parque Nacional.

    Tanto Cabañeros como Guadarrama, se tratan de territorios sometidos, desde sus tiempos más remotos, a distintos tratamientos, llevados a cabo por el hombre, para el aprovechamiento de sus recursos naturales, que de forma sostenida nos han llegado hasta muestro días, por lo que ha sido el hombre y no la naturaleza, el principal actor de su evolución. Por ello, distorsionar la gestión de estos territorios, con medidas que pueden alterar la gestión sostenibles de los mismos, sobre terrenos de titularidad privada, pueden conducir, como ahora parece suceder, a la expropiación de determinados derechos que han sido alterados, y que si se quieren convertir en alienables, pueden conducir a romper el equilibrio de los recursos existentes, con destrucción del actual medio natural. Creo que no es acertado imponer un cambio en el uso y gestión de un territorio, que está cumpliendo los requisitos de sostenibilidad de sus distintos recursos, para someterlos a otros, en los que no se contemplan que la propiedad no es pública.

  Cabras Montés en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama

    No es fácil comprender para algunos, sobre todos para los urbanitas, grandes defensores de la Naturaleza, que no es posible expulsar de las zonas rurales al hombre con sus costumbres, pues la sostenibilidad de las mismas son las que han modelado el territorio., y cualquier alteración de las mismas, supondrá una grave regresión natural, contraria al objetivo que se pretende con la creación de un Parque Nacional. Pero esta comprensión se agrava mucho más, cuando existen personajes que se han empeñado en declarar Parques Nacionales sobre territorios, con un alto porcentaje de propiedad privada, que desde hace más de un siglo han ordenado sus montes de forma sostenible (Guadarrama), y otros han protegido la fauna, dentro de los bien gestionados cotos de caza mayor (Cabañeros), de tal manera que han sido, hasta el día de hoy, verdaderas reservas de fauna y flora, en las que el aprovechamiento de sus recursos por el hombre, se han integrado como parte del equilibrio del sistema.

    Logrado lo anterior, el problema está en buscar una protección distinta a estos territorios, sin tener en cuenta esa sabia sentencia de que “lo mejor es enemigo de lo bueno”, y olvidándose de los problemas que se pueden ocasionar, con determinadas prohibiciones de uso, siempre dentro del respeto a la sostenibilidad de los recursos naturales, cuyo aprovechamiento corresponde a los que son los dueños de estos territorios.

    Está claro que la declaración de estos Parques, aunque hagamos un esfuerzo de buena voluntad, no pueden asimilarse como espacios naturales poco alterados por el hombre, además de haber sido creados, como en el caso de Cabañeros, sobre gran parte de territorios ocupados por los cotos de caza mayor más importantes de España. Lo normal, es que los propietarios de estos cotos, reclamen que se mantenga su derecho a la caza sobre los mismos. Pero también es normal, que los ciudadanos que pagan con sus impuestos el mantenimiento y gestión de estos Parques Nacionales, exijan que se prohiba el ejercicio de la caza en los mismos, para cumplir la legislación vigente. Otro tanto sucede en Guadarrama, con los aprovechamientos que existían de madera, pastos, cinegéticos….., que ahora se quieren anular, cuando estos se han gestionado dentro de las más estrictas medidas de sostenibilidad.

    Ante el grave error que supuso la creación de estos Parques Nacionales, y ante la imposibilidad que supone mantenerlos, ya que no parece posible hacer frente a la expropiación de la propiedad privada, se deben considerar como enclavados de los Parques las citadas propiedades. No obstante, consideramos que lo más acertado sería rebajar la categoría a Parque Regional, con lo que se mantendría el mismo tipo de protección sobre la superficie pública. En cualquier caso, lo que no parece adecuado es llamar Parque Nacional, a lo que es un remedo de este tipo de figura de protección. No cabe duda que, dentro de lo que se conoce como “políticamente correcto”, podemos seguir declarando tantos Parque Nacionales como queramos, a mayor gloria de los políticos promotores de turno, pero no por ello se deben cambiar los requisitos fundamentales, que en 1872 se establecieron, para declarar como figura máxima de protección a este tipo de espacios.

    El problema surgido es de suma importancia, pues debido a la fragilidad del medio natural, si no se encuentra solución satisfactoria al mismo por todas las partes, este puede verse afectado gravemente. Y si esto sucede, pues no es posible “soplar y sorber al mismo tiempo”, solo cabrá preguntarse ¿Y AHORA QUE?