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    Leo en un periódico digital de principios de este mes, que el Gobierno de Extremadura y Red Eléctrica han firmado un convenio, para ejecutar un proyecto de repoblación en el Parque Nacional de Monfragüe, con encinas y alcornoques.

    La idea me parece maravillosa, pues en España, desde que fueron transferidas las competencias a las autonomías, no existe un Plan general de repoblación, para recuperar los más de DOCE MILLONES de hectáreas ( La cuarta parte del suelo español ), que están pobladas de matorral invasor y regresivo, para recuperarlas como montes arbolados y alcanzar la “climax” de estas estaciones. Por ello sea bienvenida esta idea, y ¡ojalá!, algún día próximo, pues han transcurrido más de TREINTA AÑOS, contemos con un Plan general de repoblación para toda España, redactado con fondos del Estado, pues a él corresponde, según la Constitución, este tipo de planificación, que sea de obligado cumplimiento para las autonomías.

   Este sueño de transformar en bosques los suelos cubiertos de matorral, que debía ser reivindicado continuamente por los ecologistas, ha estado olvidado por todas las administraciones, mientras que nuestra superficie arbolada disminuye en TRES MILLONES de hectáreas, por los incendios forestales producidos en los últimos cuarenta años. Pero eso sí, esta disminución se justifica diciendo a la población civil, que está creciendo la superficie forestal , por lo que no hay que preocuparse, mientras se oculta que están desapareciendo los bosques, y con ellos, algo más grave, acaban desapareciendo los suelos, cuya regeneración de un centímetro de espesor, necesita el paso de UN MILLON de años.

 

    Pero en el caso que nos ocupa, según el gobierno de Extremadura, el objetivo es “conocer bajo condiciones controladas, las posibilidades de recuperación del bosque mediterráneo”, con el fin de “establecer buenas prácticas que pueden extrapolarse a otras zonas que tengan la misma problemática”. Con este objetivo, no sabemos quienes serán los agraciados con este proyecto, pero dudamos que se trate de unos profesionales de los montes ( Ingenieros de Montes o Ingenieros Técnicos Forestales ), pues estos dominan una ciencia llamada SELVICULTURA, y como profesionales conocen las posibilidades de recuperar en un territorio un bosque mediterráneo, sin necesidad de establecer prácticas no contempladas en ella. Lo contrario sería cualquier cosa, menos reforestar un suelo con vocación de bosque mediterráneo, empezando a plantar primero las especies climácicas. Por ello los profesionales mucho nos tememos que estos experimentos, como vulgarmente se dice, es mejor hacerlos con gaseosa, si la ciencia dice que van a fracasar.

    Otra cosa sería si quisiéramos plantar un jardín, en el que se pueden utilizar todo tipo de enmiendas, desde la composición de los horizontes del suelo (abonos), hasta la rotura del estrés hídrico (riego). Pero cuando se trata de repoblar un monte mediterráneo, es necesario aplicar las enseñanzas que emanan de una ciencia que no es otra que la SELVICULTURA, así reconocida como la disciplina más importante, en todos los centros de enseñanza forestal del mundo.

 

    Como ejemplo, que creo no se debe repetir, en la Comunidad Valenciana, cuando fueron transferidas las competencias forestales, seguro que con muy buena voluntad, el gobierno subvencionó, de manera generosa, a ciertas organizaciones ecologistas, para transformar la dehesa del Saler en un encinar. El proyecto se abandonó después de varios intentos de plantar encinas, ninguna de las cuales como dicen los profanos “prendió”, sin duda porque no siguieron las pautas marcadas por la SELVICULTURA. Y es que a veces esta ciencia, para conseguir algunos objetivos, marca periodos de tiempo de varios siglos. Así sucede en un hayedo de La Rioja que se sigue llamando “el pinar”, lo que fue hace unos siglos.

    La Naturaleza tiene unos comportamientos que se desarrollan a lo largo de periodos de tiempo que el hombre, profano en temas forestales, por su esperanza de vida, no puede entender, y tiene la tentación de dominarla en lugar de de ayudarla, poniendo a su servicio las ciencias naturales. Cuando esto sucede, sus actuaciones desembocan en errores que, en la mayoría de los casos, son irreversibles y de coste muy elevado. Para saltarse estos comportamientos se proponen experimentos caprichosos, como en la reforestación que se propone, que dice el ejecutivo regional: “solo en una de las parcelas se va a introducir una encina o alcornoque de gran porte, en torno al cual se distribuirá el resto de los plantones de forma circular” , que no sabemos a que principio científico obedecen. ¡Paciencia!