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      Entrevista publicada en la sección 'A la contra' del periódico La Razón. Por Amilibia.

«Los políticos de cualquier signo no le encuentran rentabilidad al bosque, no les importa mucho. Piensan a corto plazo y los árboles no votan»


    Leblic (Toledo. 1940) es pesimista en cuanto a la superficie arbolada: «Si no repoblamos por lo menos el doble de lo que desaparece, cosa que no se hace, seremos un país de matorrales». Dice que no hay política forestal en defensa del árbol. Y que los ciudadanos se encadenan a los árboles, sí, «pero no tienen conciencia de que los mata la contaminación». Ama a los árboles «porque lo dan todo (sombra, frutos, aire puro, retención de aguas) sin pedir nada a cambio». No cree que España sea un país de piromanos, pero sí de negligentes.

-Recuerdo aquello de «cuando un árbol se quema, algo suyo se quema... señor conde».

-Yo también. Fue un mensaje claro y efectivo, pero el añadido humorístico fue dañino. La gente decía: «pues que se apañe el señor conde».

-No sé si el español tiene hoy conciencia de que el bosque es tan vital...

-La tiene para abusar de él, no para conservarlo.

-Y no sé tampoco si la Adminis¬tración se va percatando de que los incendios del verano hay que apagarlos ahora...

-Es una frase que se dice mucho pero se lleva poco a la práctica. Cuando deja de ver las llamas en la (ele, la Administración se olvida del fuego.

-El año pasado se batió el récord de grandes incendios forestales...

-No fue debido a que hiciera más calor, sino por el abandono de la prevención.

-Todos recordamos los teledia¬rios en llamas. ¿Llora usted cuan¬do ve tanta catástrofe?

-Sí, me afecta mucho. Los árboles son como hijos para mí. Si perdemos los árboles perdemos la vida. ¿Tanto cuesta entenderlo?

-Y todos los años repetimos lo mismo: ¿cómo es posible que en el siglo XXI no se puedan evitar los incendios forestales?

-Se puede, sólo hay que querer. Desde un punto de vista técnico se pueden reducir al mínimo los incen¬dios. Se olvidan principios básicos: hay que llegar al fuego en los prime¬ros quince minutos. En los últimos diez años sólo ha sucedido así en un 50 por ciento de los casos.

-Dice que la política de medios de extinción es un fracaso...

Si gastamos mucho dinero y no se consiguen grandes resultados, está claro que es un fracaso. Y no se hace autocrítica. Si se hiciera, no iríamos a peor.

-También dice que cada vez hay más medios de extinción y menos de prevención...

-Y la prevención debería ser lo primero. Por ejemplo, ha desapa¬recido de los bosques la vigilancia disnasoria. Lo ideal es que uno no pudiera pasear por el bosque sin ver a un guarda, sobre todo en zonas de riesgo. No es así.

-Dirán que es caro...

-Es baratísimo. Mucho más caro nos sale perder los bosques.

-Usted incide mucho en la pre¬vención, como los médicos...

-Es la base. Somos el país del mun¬do con más medios de extinción por hectárea protegida, pero carecemos de prevención. Lo confiamos todo a los medios de extinción, y ellos no pueden con un fuego descontrolado.

-¿Somos poco previsores por nuestro carácter o...?

-Los políticos de cualquier signo no le encuentran rentabilidad al bos¬que, no les importa mucho. Piensan a corto plazo y los árboles no votan.

-Una pena que no voten, sí.

-Más pena me da que no puedan correr. Si pudieran, nos abandonarían.

-Lleva años reclamando más inversión en prevención...

-Sí, sería el dinero mejor invertido. Ahora, en invierno, habría que podar para que las ramas no estén en contacto, limpiar el matorral, volverá la vigilancia disuasoria...

-¿Cree que el calentamiento global va a influir mucho en la desaparición de los bosques?

-Si influye más, tendremos que salir corriendo.

-Dígame hacia dónde...