En este año que termina se ha cumplido el 75 aniversario de la redacción del Plan Nacional de Repoblación Forestal de España, cuyo objetivo era paliar el escandaloso estado de deforestación de la mitad del territorio de nuestro país que estaba, y sigue estando, considerado como suelo forestal.

    Desde la creación del Cuerpo Nacional de Ingenieros de Montes, una vez que sus componentes fueron capaces de salvar de la Desamortización más de SEIS MILLONES DE HECTAREAS de montes, con una protección superior a la que amparaba a los incipientes Parques Nacionales, creando lo que desde entonces se conoce como “Catálogo de Montes de Utilidad Publica”. Los componentes de este Cuerpo Nacional, no cejaron en la lucha de denunciar el abandono de los TRECE MILLONES DE HECTÁREAS desarboladas de nuestro suelo forestal, que se encontraban sumidas en el abandono de la regresión, por lo que era urgente su repoblación.

  Parque Nacional de Cabañeros

    Desde hace un par de semanas, desde las páginas dedicadas en distintos medios de comunicación a los Parques Nacionales españoles, crece la preocupación sobre los planes de uso y gestión de algunos de ellos, coincidentes con los dos últimos que fueron creados en el tiempo, el de Cabañeros y el de Guadarrama, a los que se les incluyó dentro de esta figura de máxima protección, sin cumplir dos requisitos básicos exigibles:

    -Ser un espacio poco alterado por el hombre.

    -La casi totalidad de la superficie afectada debe ser de propiedad pública.

    No tengo que manifestarme ahora detractor de la creación de estos dos Parques Nacionales. Pues cuando fueron declarados, escribí el error que suponía esta decisión, ya que los territorios sometidos a esta protección especial, no se caracterizaban por soportar una flora y una fauna virgen, con bajo desarrollo urbano, que pudieran identificarse como idóneos con las exigencias que se requieren para ser un Parque Nacional.

 

    Hay días en los que uno oye a determinados personajes políticos, a los que considera depositarios de grandes esperanza para corregir problemas ancestrales de carencia de agua, en determinados territorios situados en el sureste español, como es el caso de Murcia, y quedamos sumidos en el mayor de los desasosiegos.

    Transcurridos once años desde que el anterior presidente del gobierno, Jose Luis Rodriguez Zapatero, derogó de forma unilateral, contando solo consigo mismo, el Plan Hidrológico Nacional en vigor, castigando a nuestro levante y sureste a no salir de la sequía meteorológica perpetua, sometidos a la maldición geográfica divina, de que la circulación de los frentes nubosos, que traen la mayoría de las precipitaciones a la península Ibèrica, entran por el oeste, y cuando chocan con el sistema ibérico y la bética, caen por sus laderas orientadas a levante y al sur, después de haber descargado la precipitación, como vientos cálidos y secos.

 

    Hace unos días, el Ministro de Agricultura y Medio Ambiente Sr. Arias Cañete, en un desayuno informativo patrocinado por Europa Press, anunció que pondrá en marcha una política forestal “como no ha habido nunca en este país”. La verdad es que anunciado esto así, hace falta tener valor, sobre todo los profesionales, para creérselo, y mucho más cuando el anunciador se declara un convencido de que “el medio ambiente es sostenible”, creencia que los profesionales forestales vienen defendiendo desde hace más de siglo y medio, y que sin este principio la ciencia forestal no tendría ningún sentido. Por ello, la puesta en marcha de un Plan Forestal lleva implícito el concepto de la sostenibilidad, y es una redundancia decir que se va a redactar un Plan Forestal Sostenible.

Parte del monte de U.P de San Pablo (Toledo)

    Ante la noticia aparecida en varios medios de comunicación, anunciando que “La Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha planea vender montes de Utilidad Pública selectos a propietarios cinegéticos”, no cabe otra respuesta, si ya se ha puesto en marcha, que es un gran error y una enorme barbaridad ecológica.

    La Desamortización sobre los montes llevada a cabo a mitad del siglo XIX en España, fue un fracaso económico para las arcas del Estado, y el paso de los montes propiedad de distintas instituciones y de la Iglesia a manos privadas, condujo a que estos fueran a incrementar el patrimonio de los más ricos, sin pagar un solo duro, pues pagaron la compra con las primeras cortas de madera, no sometidas a principios de sostenibilidad. Pero gracias a la oposición a esta barbaridad de los primeros Ingenieros de Montes, se lograron salvar de la Desamortización los que ellos, en un plazo menor de un año, demostraron que eran indispensables como montes protectores para detener la erosión y paliar el efecto de las avenidas.