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    Para empezar, antes que alguien pueda confundir lo que pienso de un Estado Federal, decir que me siento un gran admirador de esta forma de estado, pues comparto todos los principios sobre los que se asienta: Constitución escrita, División territorial, Descentralización, Corte Suprema de Justicia, y sobre todo, el de la defensa de la igualdad de todos los ciudadanos. Además, dicho lo anterior, me siento un gran admirador de los Estados Unidos de América, país que visito con frecuencia, que después de más de 200 años de tener en vigor su Constitución federal, es el país que desde hace casi un siglo lidera el mundo actual, en el que la igualdad de derechos entre sus ciudadanos, por encima de sus distintos territorios de origen, son un ejemplo que la mayoría de los países quieren imitar.

    El apelativo de timo, que incorporamos a nuestro título, viene al caso por el federalismo que ahora, para intentar resolver la reivindicación independentista de los partidos separatistas catalanes, que no de todos los catalanes, nos quieren presentar algunos partidos políticos, sin tener en cuenta que nuestra descentralización autonómica es comparable a la de un Estado Federal, y en muchos casos mayor, en el que nos quieren convertir. No deja de ser una barbaridad querer cambiar nuestra forma de estado autonómico en federal, para que los nacionalistas abandonen su empeño de independizarse, cuanto estos se sienten diferentes al resto de los españoles, por lo que mucho nos tememos que no aceptarán una forma de estado basada en la igualdad de todos los ciudadanos que lo integran. Plantear este objetivo basado en la igualdad, cuando la parte nacionalista por necesidad de supervivencia se siente diferente al resto, incluso algunos justifican esta diferencia en su RH, no deja de ser una ocurrencia que a nada conduce, mientras no exista un convencimiento de igualdad de todos, y desaparezcan las desconfianzas, generadas por falsos e interesados principios como el de “España nos roba”, o los más graves basados en la superioridad étnica, pues estos, como hemos comprobado, conducen al odio y al asesinato, casi siempre de los más débiles.

    Antes de seguir, consideramos necesario destacar que es posible, pues no creemos que esta batalla del federalismo se este dando por ignorancia, que los que propician este cambio de forma de estado, estén buscando un tipo de federalismo que llaman “asimétrico”, en el que a uno de los estados, por unas singularidades que se le otorgan, no reconocidas por el resto, debe mantener ciertos privilegios para beneficio de sus ciudadanos, rompiéndose los principios de solidaridad con todos los demás. Ya es hora de no avanzar en este tipo de “asimetría”, pues el resto de los territorios que podrían estar dispuestos a federarse, no lo están para compartir un estado federal, en el que de entrada se les considera inferiores.

    Pero si vamos a explicar todo para que se entienda, no vale ocultar algunas consecuencias que los actuales gobiernos autonómicos deben asumir, porque entonces estaríamos timando a la población. Para darnos una nueva forma de estado como el federalismo, después del correspondiente cambio de nuestra Constitución, habría que explicar a las actuales Comunidades Autónomas, que tendrían que devolver muchas de las competencias que ahora tienen transferidas, y que en un estado federal su gestión corresponde a la administración central del Estado. Entre otras motivos, para salvaguardar los principios de solidaridad, que son los que aseguran la igualdad de todos los ciudadanos, para recibir los servicios básicos que se incluyen el el llamado estado del bienestar, independientemente del territorio en el que habitan. La gestión de la enseñanza y la sanidad, entre otras competencias, deberían ser devueltas al Estado, para que la calidad de las mismas fuera igual para todos, circunstancia que después de tres décadas gestión autonómica, no solo no se ha conseguido, sino que estamos más cerca de una marcada desigualdad. De las pensiones no hablamos, porque todavía se mantiene la caja única de la Seguridad Social, gracias a lo cual cada autonomía, no ha podido fijar las de los habitantes de su comunidad a su capricho, y haberse cargado el sistema.

8 de Agosto de 1992 en el Camp Nou

    Además existen otros servicios, cuya gestión no están transferidos en ningún estado federal, como el agua, las infraestructuras, los montes de utilidad pública y del Estado, y los Parque Nacionales, por citar los que más pueden afectar negativamente a la naturaleza. Así, cada autonomía tiene sus propias leyes para gestionar sus montes de utilidad pública, cuando estos son los que sostienen todos nuestros ecosistemas singulares, desde hace casi dos siglos, y esta diversidad de gestión esta poniendo en riesgo el mantenimiento de estos ecosistemas, aunque su deterioro no se pueda visionar de forma inmediata, pues los tiempos forestales se miden en siglos. Lo que sí es un dato, es que los distintos sistemas aplicados por cada autonomía para combatir los incendios forestales, nos ha conducido, en los últimos treinta años, a estadísticas escandalosas, en cuanto al número de incendios y a la superficie arbolada quemada por temporada.

    No es posible engañar a las autonomías diciendo, que implantar un estado federal no llevará consigo la devolución de estas y otras transferencias, pues sería una equivocación, por no volver a decir un timo, presentar el cambio de forma de estado como un conjunto de todos los bienes sin mezcla de mal alguno. Será muy difícil que la clase política admita perder poder devolviendo transferencias, aunque ello sea en beneficio de lograr el máximo de igualdad entre todos los ciudadanos.

    En cualquier caso no debemos caer en el mismo error de los nacionalistas catalanes, que tratan de vender la independencia que esperan conseguir, diciendo que no tendrán que asumir ningún sacrificio, sino todo lo contrario, porque acabaran antes con los problemas surgidos de la crisis, y además, el resto de los países de la CE les perdonaran estas travesuras de jugar a romper territorialmente a un país miembro, que lleva más de quinientos años unido y cohesionado. Este cuento es igual de peligroso para los habitantes de una determinada autonomía, no para su clase política, que ocultar que cambiar nuestra forma de estado de autonómico a federal sería un camino de rosas. Es muy peligroso seguir dando pasos en este sentido, que solo nos pueden conducir a una meta donde se asienta el engaño y el timo.