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    Cuando han transcurrido dos años y medio desde las pasadas elecciones generales, en las que el partido en el gobierno las ganó consiguiendo una mayoría absoluta, este parece que esta sumido en un total desconcierto, y no acierta con las medidas que puedan ganar la confianza perdida de sus electores.

    Es verdad que la situación económica heredada nos situaba al borde de la suspensión de pagos, siendo casi milagroso que nos salváramos de la intervención de Europa, lo que hubiera supuesto unos sacrificios para toda la población, difíciles de soportar por esa mayoría de la clase media, que es la que ha cargado con todo el peso de la crisis, soportando unos impuestos confiscatorios sobre el trabajo y los pequeños ahorros, y unas tasas abusivas sobre los distintos servicios, mientras que muchos de los profesionales liberales más destacados, artistas, deportistas, políticos..., han podido escurrir el bulto con las rentas obtenidas de sus capitales, colocados en las correspondientes SICAV, tributando al 1%. Pero además, la mayoría de esas familias de clase media, que se esforzaron en pagar las matrículas de sus hijos en la Universidad, pues por sus ingresos sus hijos no podían acceder a una beca, además de contribuir con sus impuestos a pagar las becas de todos, ahora son el único apoyo para subsistir de ese más de un millón de titulados que se encuentran en paro, muchos de los cuales ya no reciben ni el seguro de desempleo. Todo lo anterior sin contar el engaño del que han sido objeto muchos padres de estas familias, que creyeron de buena fe que lo que dijo un tal Solbes, Ministro de Hacienda del último gobierno de Felipe Gonzalez, y sus pocos ahorros los invirtieron en un Plan de Pensiones. Por supuesto que estos ahorros habían cotizado su correspondiente IRPF, no como los de los planes de pensiones de los eurodiputados, y cuando cumplida la edad reglamentaria de la jubilación quieren disponer de estos planes, a pesar de no haber obtenido ninguna rentabilidad en el tiempo de los mismos, tienen que volver a cotizar como si estos fueran una renta del trabajo. A esto como se le llama ¿Atracar? ¿Robar?, pues la tercera parte sobre lo que ya se cotizó, sin obtener ninguna rentabilidad de la misma, se lo vuelve a quedar la Hacienda Pública.

    Dicho lo anterior, hay que reconocer que algunos indicadores, como aquellos que pueden devolver la confianza de terceros a nuestro país, hemos logrado con el esfuerzo de todos recuperarlos. Pero no se trata solo de eso, pues gobernar no es pedir continuamente a los electores “sangre, sudor y lagrimas”, si no fijar la meta a la que nos van a conducir esos sacrificios, y está claro que dos años y medio son mucho tiempo sin que la meta y las etapas para llegar a ella no se tengan claras. Para salir de las crisis no son suficientes las leyes, aunque comprendemos que un Gobierno en el que la mayoría de sus Ministros son especialistas en esta materia, se sientan cojos sin estas muletas. Todo el país estamos esperando que de una vez entremos en la planificación en el tiempo de actividades productivas, sin aumento del gasto público, que permita a los tecnócratas fijar las metas y las etapas para llevar a cabo las mismas. Si nuestras cifras de paro no somos capaces de mantenerlas en la media de las de la CEE, sobran todas las leyes que no sean para apoyar una planificación generadora de empleo. En muchas de las manifestaciones escuchadas en las distintas tertulias políticas, así como por los mensajes trasmitidos por los responsables de gestionar las políticas de empleo, se dice que el problema del paro en España es estructural. Pero ningún Gobierno se compromete a decir cuando y como se van a romper esas estructuras, con lo cual siguen pasando los años y los lustros sin derribarlas. Ya sabemos donde nos ha conducido subvencionar generosamente por distintos conceptos, a los llamados “interlocutores sociales” (Patronal, UGT y CCOO), sin que tengan obligación de presentar sus cuentas ante quien les subvenciona, dando lugar a continuos escándalos de corrupción, por lo que mañana es tarde para que se les obligue a devolver las cantidades malversadas.

    Si la competencia de la Planificación,según la Constitución, corresponde al Estado, es una barbaridad que haga dejación de sus funciones, pues desde la derogación del Plan Hidrológico Nacional, gran generador de empleo, sucedido hace más de doce años, este gobierno se ha olvidado de su reactivación como uno de los pilares importantes para crear empleo.

D. Diego de Covarrubias y Leyva,
por El Greco

    Si nos vamos al campo forestal, donde nada menos que la mitad de los suelos de España están así catalogados, nos encontramos con que el Estado en los últimos cuarenta años, a través de los distintos gobiernos, no ha sido capaz de aprobar un Plan General de Política Forestal, recogiendo cuales son nuestras carencias , y obligando a las distintas autonomías a corregirlas en el tiempo. Este olvido podemos decir que es único en nuestra historia, pues desde los tiempos de Felipe II, cuando se han producido consecuencias fatales para nuestros bosques, como la destrucción de los bosques de sabinas de Calatañazor y los Monegros, hoy zonas deforestadas y áridas, para la construcción de la Armada Invencible, ha sido el Estado, en este caso por mediación de su Rey, el que se preocupó en que se redactasen una serie de Ordenanzas Reales, que contribuyeran a la posterior conservación de los montes. Esta preocupación le llevó a entregar en 1592 una carta a Diego de Covarrubias, Presidente del Consejo de Castilla (equivalente al Consejo de Ministros de hoy), conminándole a la redacción de las citadas ordenanzas, en la que entre otras cosas le decía:

    “Una cosa deseo ver acabada, y es lo que toca a la conservación de los montes y aumento de ellos, que es mucho menester, y creo que andan muy al cabo. Temo que los que vinieran después de nosotros han de tener mucha queja de que los dejemos consumidos, y plegue a Dios que no lo veamos en nuestros días”

    La conservación e incremento de los montes arbolados ha sido una preocupación a lo largo de nuestra historia más reciente, así durante el siglo XIX se redactaron las leyes más proteccionistas conocidas hasta hoy día para los montes declarados de Utilidad Publica, y la Segunda República redacto el Plan de Repoblación Nacional, que la dictadura hizo suyo. Por ello, y a pesar de habernos dado una nueva forma de Estado, no se entiende que no se haya redactado un Plan Forestal, dentro de la planificación que es competencia del Estado, mientras las distintas autonomías han redactado sus leyes, con criterios de gestión distintos aunque sus territorios se encuentren dentro de las mismas cuencas hidrográficas. No reconocer que la desaparición en los últimos 30 años de más del 15% de la superficie de nuestros bosques, por los incendios forestales, necesita de un Plan Nacional urgente para la recuperación de los mismos, con la obligación de ser dotado económicamente, es hacer la política del avestruz, de no querer ver como se fomenta el empleo rural.

    Como queremos decir en el titulo, si carecemos de planificación, muy poco podremos hacer para crear empleo.