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Hace unos días leí la manifestación de un Ingeniero de Caminos, que se quejaba de la barbaridad que suponía que, alguien pudiera proyectar y dirigir la construcción de una presa, sin estar habilitado, por sus conocimientos, para ello. Parece que en este razonamiento podemos estar de acuerdo, pues los conocimientos contrastados, en una u otra materia, recogidos en los distintos programas de formación que nos hemos impuesto la sociedad, y convalidados ante la institución correspondiente (Escuela, Instituto, Universidad….), son los que nos facultan para desarrollar las distintas actividades, de acuerdo con los programas de la titulación aprobada. Parece claro que nadie estaría dispuesto a someterse a una operación de apendicitis, si el cirujano es un titulado en Física Cuántica. Pues esto que, como lo anterior, no admite discusión, se intenta atacar tachando de corporativistas al ingeniero de caminos y al cirujano, como si estos quisieran poner sus conocimientos en beneficio de los suyos, en vez de aplicarlos en beneficio de la sociedad, que es la que se los revalidó.
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Todo esto del corporativismo, en el sentido más peyorativo, viene ahora con fuerza para justificar la desaparición de los colegios profesionales, cuya presencia está contemplada en la Constitución, únicas instituciones que, desde la llamada transición, han permanecido como defensores del conocimiento, sin dejarse influenciar por las distintas ideologías políticas, a pesar de que estas lo hayan intentado. Desde la transición hasta ahora, la mayoría de los políticos mediocres, un porcentaje próximo al 50% se quedó en el graduado escolar, ha pretendido, y casi lo ha logrado, desterrar a los funcionarios de carrera, por corporativos, y sustituirlos por personas afines a su ideología, con conocimientos no revalidados en concursos en los que se contemple la igualdad de oportunidades para todos, limitando estos requisitos a los perfiles de cada uno de los suyos . Este tipo de concursos “amañados” han proliferado más en las autonomías, por lo que en aquellas que ha existido poca o nula alternancia en el poder, la función pública ha sido ocupada por los militantes y simpatizantes del partido gobernante, aumentando el personal funcionario, desde la transición, en más de un 50%. El caso más escandaloso de este tipo de concursos, se produjo antes de las últimas elecciones autonómicas en Andalucía, donde 30.000 empleados de empresas públicas, pasaron a ser funcionarios, sin más requisitos que haber sido empleados a dedo por el gobierno de turno. Parece que esta tropelía podrá ser corregida por el Tribunal ante el que se ha recurrido por los funcionarios de carrera, pues en caso contrario caeríamos en lo que se conoce como “corporativismo de clanes o de familia”.
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Volviendo a los colegios profesionales, estos eran ¿o son? Instituciones de derecho público, sin ánimo de lucro, cuya misión principal era evitar el intrusismo profesional, garantizando con ello a la sociedad , sin coste para ella, que la persona colegiada tenía los conocimientos adecuados para el desarrollo de todas las actividades para las que su profesión era competente. Además, los colegios profesionales se mantenían con las cuotas de sus colegiados, sin recibir subvención alguna, para su funcionamiento, procedente de los impuestos de los ciudadanos, y una vez que se liberalizaron los honorarios profesionales, las ridículas tasas que cobran los colegios, no van más allá que las necesarias para cubrir los seguros de responsabilidad civil de sus colegiados, y los exiguos gastos de funcionamiento del colegio, la mayoría de los cuales con unas infraestructuras verdaderamente austeras.
Se dice que la supresión de los colegios profesionales, obedece al cumplimiento de una directiva comunitaria. Cabe preguntarse ¿Quien certifica en los distintos países de la Comunidad Europea la idoneidad de un titulado para desarrollar una actividad profesional? Seguro que no se llamará colegio, pero alguien tendrá que cumplir ese cometido, si no se quiere que se produzca un intrusismo profesional, con grave perjuicio para la sociedad, difícil de reparar solo por el Estado. Es curioso que una sociedad fuertemente dividida en clases, como la de Europa, que facilitaba el crecimiento del corporativismo, haya dado lugar a la creación y organización de la CEE, y posterior Unión Europea, y ahora se le ponga como disculpa para terminar con instituciones a las que tachan de corporativistas, cuando el problema es que estas no se dejan someter por el poder político. En España, sin ir más lejos, no hay nada más corporativo que la Patronal y los Sindicatos de clase, típicos de las sociedades industriales, que a pesar de haber perdido estas sociedades protagonismo económico, en aras a otras actividades como la del conocimiento, para garantizar que sus decisiones acordadas se mantengan en el tiempo, necesitan que la organización interna de cada una de estas corporaciones sea vertical, por lo que es normal, como estamos viendo continuamente, la corrupción, el fraude y otras prácticas no democráticas. A pesar de todo lo anterior, tanto esta Patronal como los Sindicatos, gozan de ls protección de la Constitución, disfrutan de unas infraestructuras gigantescas propiedad del Patrimonio del Estado, y deben funcionar con cargo a nuestros impuestos. Parece de broma, cuando el tejido productivo de nuestro país, en un 90%, está en manos de las pequeñas y medianas empresas.
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En cuanto el intrusismo profesional en el sector forestal, que no ha podido combatir el Colegio, por haber sido distintas administraciones las que lo han propiciado, ha sido la gestión de los Planes Contra Incendios Forestales por profesionales que no tienen el menor conocimiento sobre la estructura de nuestros diferentes pisos de vegetación, ni del comportamiento del fuego según las distintas variables que se presentan. Esta ignorancia, que no se consigue dominar con un cursillo, pues se carece de los conocimientos básicos sobre los combustibles, les lleva a creer que van a dominar el incendio arrojando agua a sus frentes, cuanto esto es imposible una vez escapado del primer ataque. El ejemplo lo tienen ahora en Yosemite, que mientras no se termine la continuidad de la vegetación, o haya un cambio brusco de las condiciones climáticas,, el incendio no será controlado. Pero esto ya pasó en Yellowston hace 20 años, y el incendio duró tres meses y arrasó 700.000 hectáreas, equivalente a la extensión de la provincia de Palencia, y no sería por falta de medios.
Los intrusos profesionales anteriores, ya saben que un incendio descontrolado solo se puede controlar, mientras se mantenga la continuidad de la vegetación y condiciones climáticas, cortando esta continuidad, bien con maquinaria pesada o con contrafuegos, pero para ambas cosas hay que conocer el previsible comportamiento del fuego, en el que la composición de la vegetación es un factor fundamental . A lo mejor seguir el consejo de los profesionales, nos puede ayudar a mantenernos dentro de las tasas de quema permisible de cada Comunidad Autónoma. No estaría mal que la UME que se ha convertido en una unidad especializada en incendios forestales, pusiera en práctica los conocimientos que les trasmitieron expertos en dar contrafuegos, que llevaron a efecto en el campo de tiro de San Gregorio, pues así serían una unidad especialista como los que salen estos días en los medios de comunicación, en Yosemite, con la antorcha en la mano. Pues si no son capaces de dar un contrafuego, que sus medios pasen a la sociedad privada que sea capaz de aplicar esta técnica, sin cuyo conocimiento no es posible decir que se combate un gran incendio.

