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    Ahora parece que los hijos de aquellos ecologistas radicales de hace cuarenta años, nos vienen a liberar, desde los partidos de la ultraizquierda, del retroceso que España ha vivido en las últimas cuatro décadas, cuando tomando como ejemplo la renta por habitante de nuestro país, esta ha pasado de 4.127€ en 1976 a 22.700€ en la actualidad, multiplicándose por más de cinco. Además estos liberadores, resulta que han vivido en hogares familiares donde sus padres eran unos privilegiados, que vivían del presupuesto del Estado, no porque fueran funcionarios de carrera de la Administración, sino porque han ocupado puestos de libre designación de forma continuada, o han sido profesionales contratados por los sindicatos y las empresas públicas, y estos últimos, como 26.000en Andalucía, se han consolidado como funcionarios mediante un decreto ley.

    Pero este empeño en liberarnos, quieren llevarlo a dar un vuelco a todas las normas legales que nos hemos dado, en muchos casos con fuerte apoyo mediático, sin pensar que lo lógico sería, en nuestro caso, intentar copiar la mayoría de las medidas tomadas por las autonomías más destacadas. Así, si la Comunidad de Madrid, donde ha habido alternancia en el poder, su renta por habitante es de 31.500€, no parece de recibo que nos vengan a liberar con la ideología que ha gobernado de forma continuada durante los últimos 30 años en Andalucia (18.300€), Extremadura (16.700€) y Castilla la Mancha (19.300€).

    Si nos olvidamos de esta introducción, que hemos caído en ella porque desde hace un mes no se habla de otra cosa, por lo que es necesario saber de donde viene cada cual y donde nos quiere llevar, y nos vamos al campo del ecologismo, o mejor dicho del “Ecologetismo: ciencia desarrollada por los ecologetas, falsos profetas, vividores y muñidores de la falsa ecología”, nos da miedo pensar que es lo que se guardan, porque ni siquiera han hablado del Cambio Climático, cosa verdaderamente preocupante en los tiempos que corren. A lo mejor es que como el partido actual en el gobierno, heredó la Fundación Biodiversidad y no fue suprimida, esperan recuperarla, con algunos de los que se quedaron amagados, como medio de agitación y propaganda pagado por los contribuyentes.

    Miedo nos da volver a la cantidad de barbaridades que, en nombre de la Ecología, se han cometido en la España de los últimos años, sin que sus promotores hayan pagado ningún peaje por ellas, sino que muy al contrario, han servido para tacharnos de ignorantes a los que modestamente nos hemos dedicado al estudio de la naturaleza, estudios que hemos revalidado ante las instituciones correspondientes.

    Si empezamos por la determinada aversión de los ecologistas a algunas especies arbóreas, como el eucalipto que, al no poder caminar como ser vivo, puede ser llevado por el hombre a colonizar terrenos que no admiten otras especies arbóreas, les llevó a un racismo selvícola basado en la mentira científica, de propagar que destruye los suelos y los incapacita para mantener cualquier tipo de vegetación. Esta mentira ha calado, gracias al apoyo mediático y político, estos últimos prohibiendo su plantación en algunos territorios, en todos los rincones de España, porque desde la escuela la han trasformado en verdad absoluta. Precisamente en Galicia, en el SOUTO DA RETORTA, en el término de Chavin, a unos 6 km. de Viveiro, se encuentra un bosque de eucaliptos de más de 120 años, en cuyo sotobosque se ha desarrollado un espectacular bosque autóctono de ribera en el que vegetan especies como alisos, fresnos, avellanos, sauces, helechos reales, arces, abedules, castaños y robles de más de 25 metros de altura, que crecen bajo el eucaliptal. Este ejemplo de la Naturaleza demuestra la falsedad de tantas leyendas y mitos que los ecologistas han extendido en el medio urbano, donde los “urbanitas”que carecen de un contacto directo con la misma, pueden desmontar, con un paseo por este maravilloso enclave, la burda mentira de ser el eucalipto un destructor del medio en el que crece.

    Otra barbaridad basada en ningún conocimiento, sobre la ascensión y regresión climácica de nuestros suelos, fue denostar nuestros pinos como enemigos de las especies nobles, cuando son estos los que preparan el suelo para el posterior asentamiento de aquellas. La campaña emprendida en los años ochenta contra los pinares, coincidiendo con el traspaso de competencias a las autonomías, les llevó a insinuar en los medios de comunicación que su incendio carecía de importancia ecológica, todo para no reconocer que habían propiciado el cambio de sistema para combatir los incendios, y este cambio les había conducido a más incendios y más superficie arbolada recorrida por el fuego.

Botulismo

    En cuanto a la gestión sostenible de la fauna, en algunos parajes prohibieron los aprovechamientos, y en otros sitios paralizaron el control de las poblaciones. Este capricho, pues no tenía ninguna base científica, desembocó en problemas sanitarios graves para las especies, hasta el punto de su desaparición, como le sucedió a la cabra hispánica en Cazorla, o a la muerte de millares de anátidas por el botulismo, la mayor mortalidad conocida en la historia reciente, en las zonas de pre-parque de Doñana. Es curioso que esto último sucediera siendo presidente del mencionado Parque Nacional don Alfonso Guerra.

    En cuanto a la energía, parece que en tiempos en los que más fuerte estaba el ecologismo radical, fue cuando el gobierno de Felipe Gonzalez paralizó las construcción de distintas centrales nucleares, que estaban a punto de entrar en funcionamiento, endosando el pago de las indemnizaciones a los consumidores durante los últimos treinta años. Por si esto fuera poco, en la época de Zapatero, para salvar el Planeta, se impusieron las llamadas renovables, con suculentas subvenciones, esta vez por cuenta del contribuyente, tan suculentas que atrajeron por su alta rentabilidad a inversores de los cinco continentes, a los que estaremos vinculados, al menos, hasta la amortización de las instalaciones. Si todo esto nos hubiera llevado a una energía más barata, nada que objetar, pero nos ha conducido a que paguemos el recibo de la luz más caro de Europa por muchos años. Mientras los principales promotores de estas tropelías, los que defienden el ecologismo más radical, no se dan por aludidos, y se atreven a pedir a los consumidores, perceptores de menos rentas, que no paguen el recibo de la luz, cuando han sido ellos los que han propiciado este desmadre energético, potenciando las renovables.

    La última hazaña del ecologismo se consumó en la reciente etapa de Zapatero, derogando el Plan Hidrológico Nacional, aunque de esto han pasado ya más de 12 años, castigando a nuestro levante y sureste a no salir de la sequía meteorológica perpetua, y sustituyéndolo por un Plan de instalación de desoladoras de agua del mar, aceptando estudios de viabilidad económicamente inviables, por lo que estas, después de las elevadas inversiones realizadas, no han podido ser puestas en funcionamiento. No obstante, para poder cantar aquello de “pio,pio, que yo no he sido”, canción que los niños entonan cuando han sido cogidos en una travesura, ponen en funcionamiento todas sus terminales mediáticas, insinuando que hay que buscar soluciones para estos territorios, que están sufriendo la más pertinaz sequía de todos los siglos. ¡Manda güevos!, como diría aquel. Los que se cargaron la voluntad popular para dar soluciones a este problema, pues el Plan Hidrológico Nacional fue aprobado por la totalidad de las instituciones afectadas, ahora resulta que quieren ponerse a la cabeza de la manifestación, y vender a esos territorios que ahí están ellos para apagar su sed.

    Lo anterior son unos pocos ejemplos de las barbaridades cometidas en los últimos 30 años por el ecologismo radical, que siempre han tenido como víctimas a los más débiles, desde la pérdida de puestos de trabajo en el medio rural, al encarecimiento de bienes fundamentales como el agua y la energía.

    Esperemos que en estos nuevos tiempos que nos esperan, no se resucite una de las últimas ocurrencias de la etapa Zapatero, como fue la de fomentar conferencias, pagadas con altos honorarios, donde se pedía, incluso se justificaba, el derribo de todas las presas de España, con el fin que nuestros ríos volvieran a recuperar sus cauces naturales y ecológicos. ¿Hay quien de más?

    Estemos preparados, porque lo mejor puede estar por llegar, y el poder de unos pocos “vividores y muñidores”, pueden lograr imponer hasta que se lleve a cabo el derribo de nuestras grandes presas, obras contempladas en los planes hidráulicos de la II República, esa que ahora se reivindica.