Imprimir
Visto: 4358

    Como todos los años por esta época, con la llegada del verano, desde el año 2004, ADENA nos presenta su informe sobre los incendios forestales en España, que como profesional del tema siempre leo con mucha atención, aunque no pase de ser una recopilación de datos estadísticos, con muy pocas o nulas propuestas propuestas para aminorar el número de incendios y las superficies arrasadas por el fuego que, siendo generosos en la apreciación de las mismas, dejan bastante que desear en cuanto a su base científica y técnica.

    El informe de este año se titula “Los bosques después del fuego”, que como el titulo quiere indicar, trata de la urgencia de la regeneración de los bosques quemados, principio con el que los profesionales no podemos estar más de acuerdo. Con lo que ya no estamos de acuerdo es con su “receta” para llevar a cabo esta restauración, pues me temo que confunde las especies autóctonas con las especies climácicas, cuando no diferencia entre las colonizadoras y las nobles. Los profesionales tenemos conocimientos contrastados para repoblar las superficies quemadas, pero si además conocemos la ciencia aplicada a estos casos, la Silvicultura, no podemos ir contra los principios de la Naturaleza, y plantar especies que no sean colonizadoras, que si son arbóreas, pues queremos conseguir un bosque, en un ecosistema mediterráneo no podrán ser nada más que el pino que corresponda al estado de regresión en que se encuentre el suelo que queramos restaurar, sin que por mucho que nos empeñemos existan otras alternativas. Pretender transformar el suelo de un bosque quemado en un “bosque autóctono, mixto e irregular” como solución inmediata, carece de todo rigor científico, a no ser que lo que se pretenda es plantar un jardín. Primero se debe pasar por un fase de pinar, y no antes de los treinta años, si queremos ayudar a la Naturaleza, empezar a introducir la especie noble que corresponda en la ascensión climácica, para ir logrando ese bosque mixto. Lo de irregular habría que postergarlo a un siglo después. Y es que los tiempos en el mundo forestal se miden en escalas donde la unidad no es menor al siglo. Pero no está mal, por pedir que no quede, y si seguimos los consejos de Groucho Marx, además exijamos dos huevos duros.

    No deja de ser sorprendente que para romper la continuidad del bosque, y así frenar la velocidad de propagación, se pida que se intercalen zonas de cultivos agrícolas, medida que no se sabe en que país se ha puesto en práctica con resultados positivos, por lo que seríamos los primeros en experimentar convertir un suelo forestal en agrícola, que por su baja productividad habría que subvencionar. Otra cosa es la creación de zonas de pastizales, experimento que no es nuevo, pues se llevó a cabo con éxito hace cuatro décadas, pero siempre en zonas con tradición ganadera.

    Lo de preguntar a la sociedad cuales son los aprovechamientos que quiere dar al bosque, no deja de ser una concesión no exenta de peligro, pues estos solo serán los que sean compatibles con su sostenibilidad, que no son otros que los recogidos en su Plan de Ordenación. Planes que desde hace más de un siglo se vienen redactando, aunque solo un 12% de la superficie de nuestros montes arbolados se encuentren ordenados, siendo los que mejor se defienden contra los incendios, por lo que han perdido la oportunidad de exigir que estas ordenaciones se redacten, sobre todo para los montes de Utilidad Pública.

Los bomberos trabajaron durante la noche para
tratar de apagar las llamas. - Foto: REUTERS

    Es verdad que en U.S.A. desde 1970 existen equipos que recorren de inmediato las áreas incendiadas. Pero lo hacen, en primer lugar, para detectar todos los errores humanos cometidos en la toma de decisiones en la gestión del incendio, para que estos no se vuelvan repetir, denunciando a los responsables de los mismos, denuncia que siempre comprende el cese en sus funciones de los responsables. Supongo que aquí no se implantaran estos equipos, que podríamos calificar como auditorias externas, pues mejor achacar a los “fuertes calores que venimos soportando” cualquier actuación cometida contraria a las normas de seguridad, incluso cuando se producen muertes de personas, que someterse a un juicio critico de profesionales ajenos a la gestión, que puedan encontrar y denunciar las distintas normas incumplidas, obligando a sus gestores a rendir cuentas, incluido su cese. Son muchos los grandes incendios que se han desarrollado en los últimos decénios, y parece que el número no desciende con el paso de los años, sino que aumenta, sin que nadie haya asumido sus responsabilidades, ni políticas ni técnicas. Se pide una gestión pluridisciplinar de los incendios y de su posterior restauración, cuando esta petición empezó a llevarse a efecto con la creación del ICONA, a partir de la mitad de la década de los setenta, y se completó con la asunción de competencias por parte de las autonomías, compartiendo la gestión de los montes los ingenieros de montes e ingenieros técnicos forestales, con diversas y variadas profesiones, sin que al menos desde entonces, en la gestión de los incendios forestales, se pueda decir que hemos mejorado, pues las estadísticas son verdaderamente escandalosas, tanto en incremento del número de incendios como en la superficie arbolada arrasada por el fuego, superando esta última los más de DOS MILLONES DE HECTÀREAS.

-

    Está bien la idea de promocionar los productos forestales ante los sintéticos, pero cuando se ha satanizado de tal modo el empleo de la madera, aunque procediera de montes ordenados, no es fácil dar la vuelta al tema, recomendando que no pasa nada si está certificada por el FSC, porque ahora se participa y beneficia uno de esa certificación. Cuando a la generación actual se le ha convencido que cada periódico equivale a la tala de un árbol, aunque este procediera de un aprovechamiento sostenible, es necesario emprender una campaña de unos cuantos lustros para convencerles de lo contrario. Así que, manos a la obra.

    Es normal que con la llegada del verano, en esas noches en las que el calor es fuente de pesadillas, soñemos con un mundo ideal en los que los bosques mediterráneos no sean vulnerables a los incendios forestales, y este sueño lo queramos hacer realidad llevándole la contraria a la Naturaleza, en vez de insistir en los dos únicos principios universales para paliar el efecto de los mismos:

    -Evitar que se inicie el incendio.

    -Si se inicia, acudir con los medios necesarios, antes de transcurridos los primeros veinte minutos.

    Aquí tienen materia para recomendar y denunciar, pues como decíamos antes, las estadísticas de las tres últimas décadas, relacionadas con estos principios, son escandalosas. Claro que no es fácil denunciar esto, cuando las distintas administraciones responsables de la gestión de los incendios forestales son las que te subvencionan, y después de leer el informe que nos ocupa, se encuentran encantadas con sus recomendaciones, incluidas las relacionadas con el cambio climático.

    Sería bueno que en su próximo informe, cuando comience la campaña del 2015, ejerzan y compartan la crítica que hacemos los profesionales, a las distintas administraciones que gestionan los incendios forestales, exigiéndoles que, en sus distintos Planes de lucha contra los incendios forestales, sea prioritario cumplir los principios universales mencionados. Si no se produce este cambio de tendencia, como ha sucedido en los últimos cuarenta años, se mantendrán o aumentarán el número de grandes incendios, y la consecuencia será la pérdida de mayores superficies de bosques cada temporada.