En época de crisis, cuando el ahorro de un millón de euros en dietas de los consejeros suprimidos de empresas públicas, supone un titular de prensa, no deja de ser escandaloso, que el Consejo de Ministros del pasado día 16 de marzo, acuerde la autorización para contratar aviones cisterna, 9 anfibios y 6 de carga en tierra, para la lucha contra los incendios forestales, dotando esta autorización, para llevar a cabo el correspondiente concurso, con una inversión de 16,6 millones de euros.

    El asombro está originado, porque este tipo de aviones fueron diseñados por CANADA, de ahí su denominación genérica de Canadalr, para extinguir los incendios de copa, en sus bosques boreales, de sus grandes ejemplares arbóreos, ocasionados por los rayos. Estos bosques, sin ningún tipo de población en muchas millas a la redonda, están salpicados de innumerables lagos, lo que hacía posible un gran número de descargas, en cortas unidades de tiempo, que posibilitaban la extinción de este tipo de incendios, generalmente estáticos.

    Pero si hay algo completamente distinto a un bosque boreal, es un bosque mediterráneo, en los que el tipo de vegetación y su disposición, la topografía, la humedad relativa, la temperatura, y todas las variables que intervienen en el comportamiento de un incendio forestal, son las idóneas para propiciar que se desarrollen grandes incendios, si estos no se han extinguido en sus inicios. Este principio se ha olvidado, pues en las tres últimas décadas, solo a la mitad de los incendios se llega antes de los treinta minutos de haberse iniciado, mientras somos el país del mundo que disponemos de más medios aéreos por hectárea protegida. Por otro lado, la tasa de quema permitida por año (1%o de la superficie arbolada), en la dos últimas décadas (1991-2010), no resiste el más mínimo análisis crítico, bajo el criterio de coste-eficacia que debemos exigir los profesionales, y algunas Comunidades Autónomas han superado hasta en 12 veces la tasa de quema permitida.

    Es necesario insistir en un cambio de tendencia importante, con el falso convencimiento que se ha establecido, en las últimas décadas, de que los grandes incendios forestales en los montes mediterráneos, se controlan arrojando agua desde el aire a sus frentes. Nada más alejado de la realidad, pues para parar un frente de 1.000m de longitud, muy normal en este tipo de incendios, que avanza desprendiendo 2.500kcal/m2, sería necesario que 600 Canadair arrojaran su carga de forma simultánea, a lo largo de todo el frente.

    Si los presupuestos de este año deben ser restrictivos, no se puede permitir contemplar esta contratación, pues la estrategia de aumentar año tras año el número de medios aéreos, como hemos visto, no conduce a mejorar el coste-eficacia de nuestros Planes contra incendios forestales.

    Fdo. Gabriel Leblic Iglesias
    Dr.Ingeniero de Montes
    Diplomado National Advanced Resource
    Technology Center U.S.A
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