Desde el pasado 30 de Noviembre, más de 190 países están negociando sin descanso, para intentar alcanzar un acuerdo, antes del próximo 9 de Diciembre, y conseguir salvar del abismo al planeta, de la amenaza del CAMBIO CLIMATICO. Antes de llegar a ese día, el Presidente de Francia, país organizador de esta CONFERENCIA, se ha adelantado a decir que el gran objetivo de la misma, es que la temperatura media de la Tierra no aumente en más de 2ºC de media, de aquí a final de siglo. Seguro que el SR HOLLANDE, ha sido informado por sus asesores, que todos los científicos han manifestado que, durante el último siglo, a pesar de haber soportado el mismo todo el desarrollo industrial del mundo, la media de las temperaturas no ha superado los 0,5ºC, por lo que la ciencia asegura que el compromiso del Presidente es un objetivo perfectamente previsible. Cabría preguntarse porqué entonces esta Cumbre, cuando las amenazas del CAMBIO DE CLIMA no cuentan con el aval de los científicos.

 

    Por otro lado, el Secretario General de la ONU, asesorado por un grupo de “expertos” de dicha organización, ha manifestado, antes que termine la Cumbre, metiendo el miedo en el cuerpo de todos los asistentes, que “la catástrofe climática nos acecha”. Nadie niega que el clima puede estar cambiando, pero no a la velocidad que estos “expertos” pronostican, que quieren amoldarla a la medida de su supervivencia personal, y no a la de la evolución secular del Planeta. De todos modos la ciencia, a través de los anillos de crecimiento de las árboles, nos da datos de la evolución del clima durante los últimos tres milenios. Basta para ello que se investigue sobre cualquier secoya de TRES MIL AÑOS. Si queremos llegar a investigar las variaciones del clima en los últimos CUATRO MIL OCHOCIENTOS AÑOS, es suficiente con estudiar los anillos del árbol más longevo, que vive en California, que se llama pino bristlecone ( Pinus longeva ), y cuya ubicación no es posible darla a conocer al público, para evitar someterla a cualquier tipo de presión que perjudique a esta especie en vias de extinción. En los periodos de tiempo estudiados en ambos árboles, no se han podido determinar variaciones climáticas tan bruscas e irreversibles, como las que ahora se vaticinan por los “expertos”.

    Si ahora nos ponemos a manejar números, pues uno es de ciencias, no es posible defender las energías renovables, despreciando la competitividad de las economías, a costa de perder millones de euros ocasionados por la deslocalización de las empresas. No es posible encontrase en una discusión continua, pretendiendo que la energía sea abundante, barata y sostenible, pues de momento la tan socorrida I+D+i sobre el tema, no cumple estos requisitos. Esta imposibilidad se agrava mucho más, cuando la Unión Europea solo supone el 13% del consumo mundial de carbon y un 16% de gas natural, emitiendo solo un 12% del CO2, mientras soportamos un 100% del coste del CO2. Esta barbaridad económica nos conduce a una pérdida de competitividad, de todos los países que la componemos, que además estamos tremendamente endeudados, y que según las decisiones que se tomen todavía nos endeudaremos más.

    Si comparamos los EE.UU con la UE, los primeros nos sacan una gran ventaja, pues mientras han reducido las emisiones desde el 2007 un 12% sin intervenciones, en la UE las emisiones han bajado un 8% a costa de subvenciones, o lo que es lo mismo impuestos a cuenta de los contribuyentes. Lo mismo ha pasado con los precios del gas y la electricidad, que los ciudadanos de EE.UU han pagado precios más baratos, en tanto que los europeos hemos pagado un 50% más cara la electricidad y un 75% el gas industrial. La electricidad cara ocasiona una bajada del consumo, y conduce a los ciudadanos a la pobreza energética, por lo que representa un peligro que este encarecimiento sea consecuencia de las renovables, pues las están matando antes de salir de su fase de experimentación, y discriminar las energías por su carga contaminante, no puede convertirse en una carga para el consumidor, ni en un subsidio encubierto.

    A unos días de que se conozcan las conclusiones de esta Cumbre del Clima, más allá de las emisiones, el grave problema está en quien pagara los 100.000 MILLONES DE DOLARES ANUALES que estiman los “expertos” costará la lucha contra el CAMBIO CLIMATICO. Sobre esta estimación se han llenado con pasquines las calles de Paris, en los que aparecen las fotografías de siete conocidos escépticos con el cartel de “SE BUSCA”, todo porque se han atrevido a decir que con este exagerado coste se podría llevar agua potable a los más escondidos y pobres rincones del mundo, se eliminaría el hambre mundial,y se atendería a todos los infectados de SIDA del TERCER MUNDO. Ante tal provocación, los ecologistas revestidos de progresismo, no quieren admitir que su preciado juguete de la lucha contra el “calentamiento global”, es mucho más caro que acudir en socorro de los POBRES de todo el mundo, para mejorar las condiciones de vida de los que menos tienen. Esta sucia campaña contra solo SIETE delegados de los CUARENTA MIL que están trabajando estos días para llegar a un acuerdo, está montada por aquellos que todavía defienden ideologías caducas, identificadas con el dirijismo de los Gobiernos en la economía, para pasar, a proteger sus propios intereses, por encima de otros más humanitarios. Por ello no es nada extraño que se atrevan a poner una diana a SIETE personas que no han cometido ningún delito, y que prefieren un clima 0,17ªC más frio dentro de un siglo, sin ningún coste para evitarlo, y se marcan el objetivo prioritario de mejorar las condiciones de vida de los millones de personas más pobres que habitan este PLANETA, al que algunos, sin razones científicas que lo avalen, quieren salvar, para salvarse ellos del frio que vaticinan, al calor del dinero público que sale de nuestros impuestos.

    La CUMBRE DEL CLIMA de Paris, que termina esta semana, es previsible que concluya como las anteriores, sin acuerdo de todos los participantes, pues los llamados “calentólogos” exigen que se tomen todas las conclusiones por unanimidad, y no es posible llegar a un acuerdo que permita a todos los gobiernos controlar sus economías, con el pretexto de que hay que hacer algo, sin reconocer que la mayoría de los distintos estudios científicos, no apoyan los daños catastróficos previstos, producidos por las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero además de lo anterior, los grandes países en desarrollo como China, India, Brasil, Indonesia y México, no están dispuestos a reducir sus emisiones, pues ello los identifican con que su pueblo vuelva a la pobreza, y las grandes potencias como EE.UU, la UE y Japón, acepten compromisos económicos y de reducción de emisiones, mayores que los tomados en Copenhague hace seis años, pues sus ciudadanos, aunque están dispuestos a ser solidarios, no están con comprar todas las papeletas para SALVAR UN PLANETA, que no está en peligro, ni en lo más remoto, de desaparición en los próximos siglos.

    Esto no es como el buenísimo de terminar mandando a los niños a recoger colillas, para evitarse el ahorro de unos pocos euros en barrenderos, cuando la propuesta que se propone es que los ciudadanos paguemos con nuestros impuestos, remediar el efecto de las emisiones de las que no somos responsables, mientras que los países productores de petróleo y las empresas fabricantes de automóviles, por poner un ejemplo, se llaman andana. Y es que estas teorías ecologistas siempre las pagamos los más pobres. Menos mal que, a pesar de todo, aunque no se llegue a conclusiones unánimes , como se dice en estos casos, no se ha perdido el tiempo, pues ¡Paris bien vale una misa!