granviatrafico

    Mi barrio es la parte de mi ciudad, en la que paso un alto porcentaje de mi vida. Son los distintos profesionales que en el trabajan, los que le dan vida en todos sus rincones, y cuando me cruzo con ellos por la calle, o entro en sus negocios, me reconocen y me sonríen, como queriéndome mostrarme su complicidad, pues yo soy para ellos una parte viva, a la vez que distinta, de los que componemos el BARRIO.

    En base a esta CONFIANZA, todos los que formamos el BARRIO, nos encontramos, ahora mismo, con un PROBLEMA de difícil solución, en el que ninguno de los componentes es culpable, por lo que nada podemos hacer para proponer soluciones, como no sea manifestar nuestro malestar por medio de una o varias manifestaciones callejeras, en las que no creemos, sobre todo ahora que todo se soluciona con el DIALOGO.

    Todos nos sentíamos felices hace DIEZ AÑOS, cuando conseguimos para DISFRUTE de los VECINOS del BARRIO, y limítrofes, un lugar hasta entonces sin posibilidad de disfrute, que se transformó en un CENTRO de OCIO y DEPORTES, en el que desde los NIETOS a los ABUELOS podían practicar sus deportes favoritos (fúfbol, padel, golf, atletismo.....), con aportaciones populares, para colaborar con la conservación y mantenimiento de las instalaciones.

    Esta última semana, según nuevos estudios lanzados en distintas REVISTAS CIENTIFICAS, por algunos EXPERTOS, dicen que los cambios en los distintos ECOSISTEMAS MEDITERRANEOS, sin precedentes en los últimos DIEZ MIL AÑOS (CIEN SIGLOS), “convertirán el sur de nuestra PENINSULA en una zona DESERTICA”.

    Esta profecía llega muy tarde, y estos EXPERTOS, ahora apuntados al fenómeno del CAMBIO CLIMATICO, se olvidan que al menos desde hace más de un SIGLO, determinados PROFESIONALES propiciaron la creación, en 1901, de las DIVISIONES HIDROLOGICO FORESTALES, para frenar los fenómenos de EROSION y parar el avance del DESIERTO. Mientras estas duraron, por aquello de que “SABER ES HACER”, el desierto se paró con actuaciones, ahora emblemáticas, en SIERRA ESPUÑA,VALLE DE LOZOYA, CUENCA ALTA DEL GUADALMEDINA y DUNAS DE GUARDAMAR y ROSAS, entre otras, ahora declaradas como ESPACIOS NATURALES.

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    Apenas iniciado el año 2013, antes de olvidar aquello que más nos impactó del recién terminado 2012, es bueno recordarlo, como ejercicio que nos conduzca a echarlo de nuestro archivo personal, para dejarlo aparcado en el rincón más escondido de nuestra memoria, de tal manera que su recuperación no sea fácil de rememorar.

Una de las tristes herencias que nos ha dejado el año 2012, ha sido un record de superficie arbolada recorrida por el fuego. Para los profesionales forestales es un motivo de frustración, a pesar de las altas inversiones aplicadas a frenar la acción de los incendios, comprobar que cada decenio nos encontramos igual o peor que el decenio anterior. Lo peor es que esta frustración no representa ninguna sorpresa, pues las Comunidades Autónomas con índices mayores de tasas de quema permisibles, como es lógico, son en las que, con mayor facilidad, un conato de incendio se ha convertido en un gran incendio.

    Según datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, el 31,5% de la superficie española sufre graves problemas de desertificación, por lo que la pregunta inmediata sería: ¿Qué podemos hacer para que parte de España no se transforme en un desierto?

    Para dar respuesta acertada a la solución de este problema, parece que estaremos de acuerdo, en que es necesario establecer una política forestal seria, con planes de repoblación y restauración de toda nuestra masa forestal, dirigida, exclusivamente a frenar estos procesos. Y decimos “política forestal seria”, porque desde hace 70 años que se redactó un Plan Nacional de Repoblación Forestal, y se comprometió el gasto del citado Plan en el tiempo, solo hemos sido capaces de generar estudios, estrategias o falsos planes forestales, estos últimos en todas las Autonomías que se precien, sin que se hayan comprometido los costes correspondientes de los mismos, por lo que han desaparecido, después de su presentación, con copa de vino español incluida, o permanecen esperando el sueño de los justos en cualquier estantería de los distintos despachos de la Administración.

    Artículo publicado en la sección 'ciencias' del periódico digital Publico.es. Por David Varona.


    Gabriel Leblic, portavoz del Colegio de Ingenieros de Montes afirma que los bosques españoles necesitan 2.000 millones de árboles

    El problema de la desertificación se puede considerar grave en un 31,5% de la superficie española, según expuso el Ministerio de Medio Ambiente en la última Conferencia de la ONU sobre la Lucha contra la Desertificación. Ante ese panorama, la pregunta surge de inmediato: ¿qué se puede hacer para que España no se transforme en un desierto?

    Hay consenso en señalar que una política forestal seria, con amplios planes de reforestación y restauración de la masa forestal, es la principal solución para detener estos procesos. Pero no se puede decir que España haya diseñado ya esta estrategia. Y eso que el Gobierno presentó en septiembre un plan contra la desertificación.