Con la próxima llegada de la primavera, de nuevo se activan las terminales mediáticas, y ya están lanzando mensajes reclamando nuestra atención y dinero, sobre todo nuestro dinero, para salvarnos de las catástrofes que estos agoreros, según sus vaticinios no apoyados en ninguna base con rigor científico, nos esperan. El elegir el inicio de la primavera como comienzo de la campaña, parece que busca contraponer el renacer de la vida, que se produce de forma sistemática por esta época en las zonas boreales, con el apagón de la misma, que poco a poco se irá produciendo si no ponemos abundantes recursos para combatir el cambio climático.

   Lo malo es que, como todo lo que no responde a una planificación, no se sabe hasta cuando debe durar este Plan, ni a cuanto ascienden los recursos a emplear, ni cuales son los objetivos a conseguir. Pero las llamadas, como la de “Salvemos el Artico”, a base de repetirlas, se convierten en una necesidad para muchas personas, con una incipiente sensibilidad ecológica, que no gozan de un alto poder adquisitivo, para con sus aportaciones económicas o dedicación de su tiempo libre, creer de buena fe que están salvando al Planeta Tierra, cuando lo que están es contribuyendo, fundamentalmente, a mantener el “modus vivendi” de unos cuantos.

   Hace pocos años, al mismo tiempo que que se captaron los ahorros, de mucha gente de clase media, para invertir en un negocio filatélico poco claro, parte de los promotores de este negocio montaron otro relacionado con la plantación de árboles de especies nobles, ofreciendo una alta rentabilidad por la compra individual de estos árboles. El toque ecológico que dieron a esta promoción, en su publicidad, facilitó la captación de los ahorros de mucha gente modesta, que se vio defraudada por no conseguir la rentabilidad que dicen que les prometieron. Y es que las maderas nobles lo son, cuando proceden de árboles de crecimiento lento, y dejan de serlo, si los arboles son forzados a un crecimiento rápido, como aquí sucedió. Lo de la ecología es un concepto muy loable, pero si nos apoyamos en él para ofrecer en nuestra latitud una rentabilidad, creando bosques para obtener beneficios netos superiores al 4%, sea cual fuere el turno de aprovechamiento, estaremos, con toda probabilidad, engañando a los inversores.

    Otro de los titulares de estos días es que en nuestros veranos la temperatura subirá 3º C. Claro que este es el titular, pues cuando entramos en la noticia se dice, que existe una previsión que para dentro de 50 años, en los veranos de España, las temperaturas subirán 2º, y ello contribuirá a que se incremente la evaporación y la sequía. Esto último no deja de ser una perogrullada. Pero esta previsión se le atribuye a un científico de un Laboratorio de Ciencias del Clima y del Medio Ambiente francés, sin aclarar que Universidad o que institución oficial avala estas previsiones, que además reconoce que estas previsiones no están, por el momento, investigadas al detalle. No obstante recuerda, por si se nos olvida, que la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, acordó en 2010, hace cuatro años, la necesidad de contener las emisiones de gases de efecto invernadero, para evitar que se alcance el nivel de calentamiento de dos grados, objetivo con el que la UE está especialmente comprometida.

   Este compromiso España se lo tomó en serio, y desde 2008 tenemos nada menos que una oficina para el cambio climático , integrada en la Secretaría de Estado para el Medio Ambiente, mientras en esta Secretaria, desde hace varios años, se han suprimido las inversiones en Corrección Hidrológico Forestal, con lo que nuestros suelos, sometidos a la mayor erosión hídrica de Europa, erosión que se incrementará, pues según los propios calentólogos los daños catastróficos por arrastres aumentarán con el Cambio Climático, y nuestros suelos caminaran más deprisa hacia la desertificación. Esta contradicción es hasta lógica si, como comentábamos anteriormente, las inversiones en estas cuestiones, más filosóficas que técnicas, no responden a ningún tipo de planificación.

   Como decíamos el 18 de febrero de hace justo cuatro años, todo esto no dejaría de ser una broma pesada, si no fuera porque estos principios para combatir el cambio climático son apoyados, tanto por el Estado como por el Capital. Los primeros incluyendo en sus Presupuestos inversiones, para que se repartan entre las empresas que militan los “calentólogos”, y el Capital, acaparando las pingues primas de las llamadas energías renovables. En ambos casos teniendo como paganos a los pobres contribuyentes, que pagamos sin rechistar el brutal encarecimiento de la energía, con tal de alejar de nuestras conciencias, por la insoportable presión mediática, la responsabilidad de ser los causantes del cambio climático. El tinglado no cabe duda que está muy bien montado, pues los distintos poderes, incluidos los mediáticos, son partidarios de seguir amenazando con la llegada de grandes catástrofes, siempre que a ellos les reporte poder político o económico.

   Sigamos pagando cada vez más cara la energía, y cuando alguien intente que salgamos de esta trampa absurda, que solo beneficia a unos pocos, de pagar las primas a las renovables para obtener beneficios superiores al 20%, le recordemos de forma insistente y reiterada, que no tiene ninguna sensibilidad ecológica, y que por el bien de combatir el cambio climático debe ser cesado. Pues nada, lancemos un viva a todas las asociaciones ecologistas, por salvarnos de todas las catástrofes asociadas al cambio climático, y pelillos a la mar y olvidemos las suculentas primas a las renovables, que pagamos sin protestar en los recibos de las eléctricas, para que aquellas recojan unas migajas y estas repartan unos suculentos beneficios. Sin duda, el cambio climático es una teoría que seguirá manteniéndose, mientras los contribuyentes estemos dispuestos a dejarnos asustar, y no decidamos decir ¡ Basta de timos ! Con nuestro dinero, no.