Las secoyas son árboles residuales que podemos encontrar en Estados Unidos de América, aunque sólo en el estado de California, con una distribución que agrupa a las “sempervirens” en la zona costera del Pacífico, desde San Francisco, hacia el Norte, hasta la frontera con estado de Oregón. Las “giganteum” que se manifiestan en algunas laderas de Sierra Nevada, nombre que fueron dados a estos territorios en 1776, por dos misioneros franciscanos españoles, Francisco Garcés y Pedro de la Fuente, que vinieron desde las misiones costeras a explorar, en el interior, el valle del rio San Joaquín, y describieron en su diario “una gran Sierra Nevada que iba del sureste al noreste”, que así llamaron por su semejanza con los paisajes de su Granada natal, y que hoy día sigue conservando este nombre por su acertada elección relacionada con la toponimia del lugar. En esta sierra, en sus laderas que caen por el Oeste hacia el valle citado de San Joaquin, de Norte a Sur, se encuentran los Parques Nacionales de “Yosemite”, “Kings Canyon” y Sequoia”, creados para proteger las pocas secoyas que vegetaban en los mismos, y que gracias a esta protección han llegado hasta nuestros días, y su regeneración está a salvo para los próximos milenios por la existencia de ejemplares de todas las clases de edad.

Wawona Tunnel Tree

Si empezamos por “Yosemite”, al Sur del mismo se encuentra el paraje conocido como “Mariposa Grove Big Tree”, donde se encuentra uno de los más impresionantes grupos de secoyas gigantes existentes en el mundo. Para mí este fue el primer encuentro con estas catedrales vivientes, pues aunque había visto ejemplares sueltos de menos de dos siglos de edad, pues la especie botánicamente no se identificó hasta 1831, nunca había paseado por distintos bosquetes formados por árboles milenarios de talla gigantesca, sintiendo un sobrecogimiento especial difícil de describir, pues en ningún sitio, el hombre, como ser vivo, se puede concienciar de su insignificancia, como ante estos gigantes vivos agrupados.

Durante muchos años, la secoya más famosa de “Yosemite”, gracias a la fotografía de 1903, en la que Roosevelt y sus acompañantes, subidos en un carro pasan por un túnel practicado en su tronco, fue la “Wawoma Tunel Tree”, pero las nevadas del invierno de 1969, cargaron en demasía su copa, y este gigante de más de 2000 años se abatió, quedando sus 80 metros de tronco acostados en el suelo. Desaparecida esta mítica secoya, tomó el relevo la conocida con el nombre de “Grizzly Giant”, a la que se estima una edad de 2700 años, y por el resto de sus características, su altura es de 70 metros, su diámetro en la base es de 10 metros, y su volumen del tronco es de 900 metros cúbicos, por lo que se la considera la secoya más vieja y más grande, de las 500 que viven en Mariposa. No obstante lo anterior, el grupo que pasé, junto con mis acompañantes, más tiempo contemplando, fue el conocido como “El Soltero y las Tres Gracias”, pues las cuatro secoyas no han perdido todavía el bello porte piramidal de la juventud ¿700 años?, y, como árboles coetáneos, forman un conjunto muy equilibrado en cuanto a su ramificación, color rojizo de su corteza, y verde intenso de su follaje.

Como grave error en la gestión de este Parque, su Gerente, cuando en 1990 se cumplieron los 100 años de la declaración como Parque Nacional, se dio cuenta que entre todas las secoyas que vegetaban en Mariposa, faltaban las comprendidas en la clase de edad de 1 a 100 años, debido a que se había protegido la vegetación que se encontraba como sotobosque de las mismas, impidiendo con su sombra. la germinación de las semillas de esta especie de luz y colonizadora de los suelos quemados, por lo que el bosque de secoyas estaba envejeciendo, al carecer de árboles de esa clase de edad, y esto era contrario al principio de permitir que los procesos naturales de las especies prevalezcan. A partir de entonces, todos los años se elimina, con fuego controlado, el matorral comprendido en la zona de diseminación, para facilitar la germinación de las semillas, conseguir la regeneración natural de la especie, y lograr una pirámide de población con todas las clases de edad. Son tan pocos los ejemplares que quedan de esta especie, que cualquier error cometido, contrario a su regeneración natural, es necesario corregirlo de inmediato.

Continuaremos con las secoyas gigantes, de los dos restantes Parques Nacionales ubicados en Sierra Nevada, y las “sempervirens” de la zona costera del Pacifico.