Los nuevos políticos niños de papá

    En estos días de campaña electoral hemos oído todo tipo de ocurrencias, pues los candidatos ó sus líderes, creen que muchos de los votantes desconocemos el mundo en que vivimos, y tienen que abrirnos las puertas, para enseñarnos un mundo putrefacto, pues sin su ayuda, como la de todos los predicadores, no encontraremos la verdadera salvación.

    Son muchas las payasadas escuchadas, pero la más increíble es la de asegurar que, los nacidos antes del año 1978, estamos inhabilitados para ejercer cualquier tipo de responsabilidad política. Lo cual encontraríamos razonable, si esta inhabilitación llevara consigo liberarnos de pagar impuestos, hasta nuestra muerte física, como reconocimiento a todo lo que hemos aportado a nuestro país, para situarle entre los más avanzados del mundo.

    Los dos jóvenes que lideran los partidos emergentes de este país , en estos momentos, me van a permitir que los catalogue como dos niños de “papá”, a los que las carencias y sacrificios de sus abuelos y padres, han contribuido a dejarles un estado del bienestar, equiparable a los mejores del mundo actual, y con su último sacrificio durante la crisis, que aún no ha terminado, han evitado con su esfuerzo, no precisamente con el realizado solo por los menores de 38 años, ser intervenidos por el resto de los países a los que debemos una parte importante del equivalente a nuestro PIB.

 

    Si nos preocupamos solo del autor de la propuesta de la payasada que nos ocupa, parece bastante lógica que pueda salir de su boca. Pues una persona que revalida sus conocimientos, después de terminar su carrera, con cuatro años de profesión, incluida su época de becario, en una caja de ahorros de las de antes de descubrirse los últimos escándalos políticos, no parece presentar un “curriculum” brillante, ni siquiera para una persona de conocimientos medios, por lo que es necesario tapar sus vergüenzas, con titulares escandalosos para desviar la atención, pues como decía el Sr. Zapatero, “en este país cualquiera puede llegar a ser Presidente del Gobierno”.

  Konrad Adenauer, uno de los "padres" de Europa
y Canciller Federal de Alemania con 73 años

    Este asesinato político, totalmente anticostitucional, de confesarse partidario de privar a nadie de su derecho a participar en política, por razón de su edad, no tiene precedentes en la historia moderna. Esta bien que los que estamos jubilados de nuestra profesión, no seamos mayoritarios entre la clase política. Pero negar que los que se encuentran en los cincuenta años de edad, son las personas que suelen gozar de mayor experiencia, vuelve a ser otra payasada, como la que se hubiera hecho con ADENAUER en Alemania, el constructor de la Europa, totalmente destruida por la segunda guerra mundial, en la que estamos integrados, si hubiera sido rechazada su participación en política por su avanzada edad.

    Entiendo que los que todavia no han llegado a los cuarenta años de edad, se crean los mejores profesionales preparados para todo, pero lo que no puedo compartir es que ellos mismos se proclamen los más experimentados en su profesión, con solo tres o cuatro años de experiencia, y no tengan la virtud de reconocer que les falta mucho por aprender. Me parece que a estas personas les falta un poco de humildad.

 

    Hablar de economía, como si el Estado fuera una empresa privada, cuyo objetivo es ganar dinero, como dicen que debe ser el AVE, es una barbaridad, como la pretendida por este partido político. El Estado no es una sociedad, propiedad de unos cuantos, como intentaba romper nuestra constitución liberal de Cadiz, sino una comunidad de vecinos interclasista, con los mismos derechos fundamentales, donde nuestras leyes pretenden que el que más tenga más tribute, para lograr la solidaridad entre todos, pero en ningún caso para que estos derechos fundamentales, puedan ser aprovechados por unos más que por otros. Como sucedería ahora si privamos de una red básica de AVE, que cubra todo nuestro territorio, sin penalizar a determinadas regiones, olvidando nuestro sistema radial de comunicaciones, que decidimos darnos desde un principio. Comprendo el liberalismo económico, pues me siento y he procurado actuar con principios liberales, siempre que no beneficien solo a unos pocos, pues en este caso sería una dictadura de los poderosos, para disfrutar de todos los avances en perjuicio de los más débiles.

 

    Hace tiempo que en España nos dimos una Constitución, aquella en la que estos jóvenes no participaron, y que ahora se empeñan en destruir en vez de reformar, cuando la misma ha contribuido a darnos el mayor estado de bienestar social de todos los tiempos, gracias a legalizar la solidaridad entre todos. Imputar a las generaciones mayores de 38 años de ser los culpables de la corrupción, y no adjudicarles todo el mérito que supone, entre otras cosas, transformar una dictadura en una democracia, es desequilibrar interesadamente la balanza hacia principios inconfesables, pues castigar a los corruptos aplicando la Ley es posible, sin necesidad de cargarnos la Constitución alegando que los jóvenes no la votaron, porque sería tanto como exigir que esta tuviera fecha de caducidad, para que ser cambiada al gusto de cada generación. Teoría que como saben, no ha sido puesta en práctica por ningún país en el mundo.

    Desconocer que España, actualmente, es el país, después de Japón, con la población más envejecida del mundo, con una pirámide de edad que camina hacia la inversión, es para un político una falta de conocimiento que le inhabilita para ejercer todo tipo de liderazgo de una población, entregando el poder a una franja de la misma que representa a una minoría, y que va camino de quebrar la pirámide. Tenga la humildad de reconocer que se ha equivocado, pues discriminar por su clase de edad a la población activa de este país, incluso la experiencia de los jubilados, es un principio anticostitucional, que no puede hacer gala de él. Lo extraño es que los medios de comunicación, a los que atribuimos la responsabilidad de ser el cuarto poder, no recomienden insistentemente a este líder que, con estas ideas, no puede participar representando a una formación política, aunque él se empeñe en que le han interpretado mal.