Placido Domingo, Ernest Lluch Ministro de Sanidad España;
Gabriel Leblic

    Viendo días pasados a PLACIDO DOMINGO como protagonista en un programa de TVE, cuando le preguntaron cual había sido el peor momento de su vida, respondió que vivir los días siguientes al TERREMOTO DE MEXICO de septiembre de 1985, buscando a sus familiares entre los escombros. Le entendí perfectamente, pues yo le vi impotente, ante los infinitos edificios derruidos, con ayuda de solo sus manos y las de unos cuantos “peladitos”, buscando a sus familiares debajo de toneladas de escombros, que insistentemente le decían, como si fuera el jefe de una PATRULLA DE EMERGENCIA: “ Don Plácido, que seguimos haciendo”. Enfrentarte a esa situación catastrófica , sin ningún tipo de maquinaria pesada, buscando a tus seres queridos sepultados en vida, sin más protección que una mascarilla, demuestra su resignación, sin una crítica a la mala gestión del gobierno de aquel pais, que pasados cuatro días del TERREMOTO, fue incapaz de poner en funcionamiento un PLAN DE EMERGENCIA, para rescatar a muchos de los enterrados vivos.

  

    Se preguntarán que si me encontraba en el DISTRITO FEDERAL de vacaciones o de negocios. Pero este no era el caso, pues me encontraba como RESPONSABLE de la AYUDA HUMANITARIA, que el GOBIERNO DEL REINO DE ESPAÑA, hizo llegar a la ciudad de MEXICO un día después de la catástrofe, de tal modo que pudimos sentir la fuerte REPLICA de 7,5 puntos de la escala de RICHTER. La ayuda consistía en la carga de un YUMBO 747 de IBERIA, con medicinas, material sanitario, mantas, tiendas de campaña……. y material de salvamento de los bomberos de los PARQUES de las ciudades de MADRID, BARCELONA VALENCIA y ZARAGOZA entre otras, especialistas en acciones de rescate que nos acompañaron, y que después de transcurrir tres días de trabajo de sol a sol, se vieron premiados con la alegría de rescatar viva a una persona.

    Mi impresión al contemplar los efectos catastróficos del terremoto, aunque no tendría que buscar entre lo escombros a miembros de mi familia, fue de una tristeza absoluta, al tener delante de mi uno de los más grandes desastres naturales que pueda un ser humano presenciar, equivalente a la destrucción ocasionada, por la explosión sobre una gran ciudad de 1114 BOMBAS ATOMICAS de 20 KILOTONES. Esta impresión , de no querer volver a revivir lo que contemplé, todavía me dura, hasta el punto que mi espíritu viajero, pasados más de TREINTA AÑOS, no ha podido vencer el temor al recuerdo de las trágicas imágenes que en aquellos momentos viví, y me resisto a visitar este país, aunque en multitud de veces me he encontrado muy cerca de su frontera, pues sigo teniendo presente la impotencia y el dolor humano que sentí, ante las consecuencias de aquel terrorífico fenómeno natural.

  

    La situación económica del ESTADO MEXICANO, en los años anteriores al terremoto, era de una crisis galopante. Basta recordar que la inflación del año 1983 alcanzó el 117%, y la del año 1984, un año antes del terremoto, fue del 60%. De este empobrecimiento de los ciudadanos, el gobierno “populista” de entonces, como los existentes en cualquier país del mundo ahora, intentó, con todos los medios disponibles, culpar al país vecino, nada menos que a los ESTADOS UNIDOS DE AMERICA, de todos los males que ellos sufrían. Por lo que aprovechando que, TRES días antes del catastrófico terremoto, con motivo de la celebración de las FIESTAS PATRIAS, la mayoría de sus celebraciones se concentraron en satanizar al pueblo AMERICANO, los “GRINGOS” como ellos los llaman, de ser los culpables de todos sus males. Después de estas manifestaciones, que solo incitaban al odio y al alejamiento de sus vecinos, el GOBIERNO MEXICANO, con su PRESIDENTE al frente, un día después del terremoto, sumergido en el CAOS más GENERALIZADO, pues tardó 36 horas en comparecer ante el país, consideró oportuno prescindir de la ayuda U.S.A, e incluso rechazarla cuando estos se la brindaron. Esta decisión se considero un error, por todos los países que por solidaridad acudimos sin ser llamados, pues paralizar la rápida ayuda de SALVAMENTO, sin duda se cobró la vida de multitud de personas, muchas de ellas no contabilizadas como VICTIMAS, pues existían. según su catastro, OCHENTA Y SIETE MIL predios irregulares, habitados por unas 300.000 personas no censadas.

    Por lo anterior, está clara la ausencia de una respuesta inmediata de actuaciones de salvamento, por parte del Gobierno, por lo que la población civil asumió en su totalidad las labores de rescate, pues incluso a las brigadas de salvamentos de los países que llegamos a prestar ayuda, para su desesperación, tardaron más de un día en asignarles una zona para trabajar. Se puede asumir que la magnitud de la catástrofe, en un primer momento, pudo rebasar cualquier previsión del Gobierno, pero rechazar por motivos políticos, al personal mejor preparado y los medios para salvamento mas avanzados del mundo, del país mas experimentado en terremotos de este planeta, junto con JAPON, fue un gran error, sobre todo teniendo en cuenta que la AYUDA de U.S.A se encontraba , como se suele decir a un “tiro de piedra”, y se podría haber incorporado al instante a salvar vidas.

    A pesar de esta falta de organización, la mejor imagen de aquella catástrofe fue para mi recordar a un hombre BUENO, que siendo ya entonces uno de los TENORES de fama mundial, solo con una mascarilla, de las que compramos en los “chinos”, como única protección, se presentó a mover con sus manos, los cascotes que estaban sepultando a los suyos. Gracias por tu GRAN LECCION de humildad, y otras tantas porque, al final del programa que te dedicaron, cantaste una bella canción de amor, poco conocida, que también sonaba al entrar en el hotel Camino Real, solo de una planta, al volver una las tardes a descansar, después de un ajetreado día de rescate.

    En el mismo avión que fuimos volvimos a ESPAÑA una semana después, trayéndome en el viaje, como un pardillo, la VENGANZA de MOCTEZUMA, pues un pícaro me vendió en el aeropuerto una botella de agua rellena con agua del grifo.