Todos los años, allá por los días finales del mes de septiembre, cuando termina el verano y damos la bienvenida al otoño, se empieza a sentir la rápida disminución de las horas de luz, y notamos que todos los seres vivos, animales y plantas, comienzan un nuevo ciclo de vida. Llegado este momento, los profesionales que dedicamos nuestra vida a la gestión de la conservación de la Naturaleza , para que esta sea SOSTENIBLE, decimos que empieza un nuevo año AÑO FORESTAL, por lo que nos encontramos en el momento de juzgar los errores cometidos en el pasado año, y corregir los mismos, mediante los distintos planes a llevar cabo durante el año que comienza.

    Para cualquier amante de la naturaleza y, como tal, de los árboles, lo primero que se le ocurriría sería empezar por aquello que ha sido la noticia mas mediática, durante los meses del verano, y teniendo en cuenta que las estadísticas oficiales, aun no cerradas,nos dicen que la superficie forestal arrasada por el fuego en 2015, supera la de 2013 y 2014, y que el numero de grandes incendios durante este año, ha aumentado respecto al de años anteriores, propondría recuperar de inmediato estos suelos forestales, reponiendo la cubierta vegetal a su estado anterior al incendio.

    Para llevar a cabo este mandato popular, las administración del Estado debería urgir a las distintas administraciones, a las que transfirió las competencias pertinentes, a cumplir el mandato popular de restaurar la vegetación de las zonas quemadas, con las inversiones necesarias para cumplir este mandato, y si fuera necesario, por tratarse de paliar situaciones catastróficas, la aportación económica de la administración del Estado, como sucede en todos los casos similares, debe ser la más importante.

 

    No es posible seguir sosteniendo que la Naturaleza es única en cada autonomía, y que en cada una de ellas, su gestión no responda a unos principios básicos y uniformes, para que el conjunto de la misma sea SOSTENIBLE. Negar que cada autonomía, después de las transferencias de la gestión del MEDIO NATURAL, han aplicado sus propios principios básicos de gestión sostenible, incluso eliminando todo tipo de gestión, contribuyendo con ello, según todas las recomendaciones de organismos internacionales, a caminar hacia una regresión segura del citado medio, sin que nadie se atreva a decir, ante sucesiones de situaciones catastróficas: ¡NO ES ESTO!

    Que nadie se interese , ni las distintas administraciones, ni los profesionales, ni los distintos sectores de los administrados, tanto los que se declaran amantes y respetuosos de la Naturaleza, como los que pasan de ella, por los SEISCIENTOS MILLONES DE ARBOLES, que se han quemado en los DIEZ AÑOS siguientes a las transferencias a las comunidades autónomas, más una media aproximada a los VEINTICINCO MILLONES DE ARBOLES todos los años, sin que nadie exija, cuando todos los años comienza el AÑO FORESTAL, que se recupere este PATRIMONIO FORESTAL, es algo más que un descuido, y habría que catalogarlo como la desidia de la clase política, de abandonar a su suerte aquello que no genera votos acorto plazo, aunque sí mucho trabajo técnico y cualificado, pero esto último no importa.

 

    Como ejemplo del abandono de recuperar nuestros bosques arrasados por el fuego, y permanecer en el olvido la mitad de la superficie de nuestros suelos forestales, ocupados por matorrales invasores y regresivo, un compañero de mi peña de jubilados, a los que como buenos “viejos” nos pueden achacar que nos pasamos nuestro tiempo recordando que “cualquier tiempo pasado fué mejor”, me decía hace unos días, a sus NOVENTA Y OCHO AÑOS, que si le podía explicar, como después de todo lo escrito sobre EL CAMBIO CLIMATICO, apoyado con maravillosas campañas de “marketing”, y avalada últimamente por la encíclica del PAPA FRANCISCO, no se ponía en práctica, en España, la única solución de plantar arboles para combatir el efecto invernadero, cuando la cuarta parte del suelo de nuestro país estaba desarbolada. La respuesta no era fácil, pues es verdad que todo esta a favor para que plantar árboles en nuestros territorios sean bien recibidos, pero la trampa del ecologismo está, en que las plantaciones solo se realicen en países del tercer mundo, con la trampa de hacerles salir del subdesarrollo, pero con la condición que sean los ecologistas los que certifiquen las plantaciones, para poder recibir los derechos pertinentes. ¿Que les parece? Desde luego, bajo estas condiciones, no será posible plantar ni un solo árbol en España, aunque cuente con grandes superficies de suelo forestal desarbolado, que se puedan acoger a estos beneficios. Así quedamos privados, como otros paises desarrollados, de poder llevar a cabo acciones positivas, para frenar el cambio climático, como la de aumentar la superficie de nuestros bosques, la medida más eficaz, según el propio ECOLOGISMO, para parar el CAMBIO CLIMATICO. Todo lo anterior no deja de ser una contradicción total, pero así parece que seguiremos.

    Si dejamos aparte la necesidad de plantar árboles, y renunciamos a crear los bosques del futuro, hay muchos otros objetivos para plantearse incorporarlos como inversiones al nuevo AÑO FORESTAL, que llevan muchos años paralizados, incluso abandonados, como :

 

    -Los Planes de corrección hidrológico forestal de todas las cuencas torrenciales, para evitar las anuales riadas recurrentes en las mismas, causantes de muertes humanas y catastróficos daños en todo tipo de bienes materiales e infraestructuras.

    -La ordenación sostenible de todos los montes de UTILIDAD PUBLICA, en los que solo un pequeño porcentaje de la superficie de los mismos se encuentra ordenado, peligrando el mantenimiento de su arbolado en el espacio y el tiempo.

    Introducir estos dos objetivos, como inversiones básicas sostenidas en los sucesivos años forestales, sin olvidar la prioridad de la prevención en los incendios, ayudará a nuestros ecosistemas forestales, a frenar el estado de regresión en que se encuentran, después de dejarlos prácticamente casi abandonados, de todo tipo de gestión sostenible durante los últimos CUARENTA AÑOS.

    No deja de ser curioso, que a pesar de haber crecido nuestra renta per cápita, en los últimos CINCUENTA AÑOS, desde los 396,39 $ a los 30.736 $, y ser una realidad el aumento de la concienciación ecológica, nuestras inversiones aplicadas a la llamada SOSTENIBILIDAD de nuestro MEDIO NATURAL , están muy lejos de asegurar la misma, y así llegaremos a una regresión del medio, que está cada vez más cerca del punto desde el que no hay retorno. ¿Llegaremos a tiempo?