Manifestación de Podemos el lunes 2 en Madrid.

    Cuando hablamos de algo simbólico, nos referimos a determinadas cosas que representan unos valores determinados, que no se corresponden con su valor material, sino que están asociados a unos valores espirituales, que nos hacen sentirnos unidos a ellos y que a todos nos representan. Me refiero a dos símbolos, la Bandera y el Himno, que para todos los países representan la nacionalidad de un país, y son los que sus ciudadanos han elegido, como símbolo de representación colectiva.

    No existe país en el mundo, que esté constituido como una Nación, que no disponga de una Bandera y de un Himno, como símbolos que representan a todos sus habitantes, y como tales son respetados. Puede que algunos españoles no sientan nada, ni siquiera respeto, cuando escuchan el himno nacional español fuera de España, porque dicen que este es un “himno cutre, pachanguero y faccioso”, que en realidad les gustaría escuchar la Marsellesa, aunque lo que se esté celebrando sea un triunfo español, ya sea en el deporte, la cultura o la ciencia. Algo similar sucede con nuestra Bandera, a la que desprecian por considerarla franquista y monárquica, cuando Franco había muerto cuando la Constitución se aprobó por todos los españoles, y entre estos, cuando aprobaron la Constituciòn, me atrevería a decir que podría haber tantos monárquicos como republicanos. Pensar que una Bandera nacional representa a una ideología, solo sucede cuando los países tienen un partido político único, lo que da lugar a que no exista la Democracia, y los buenos sean solo los que quieren eliminar al resto de ideologías, a los que consideran los malos.

    La bandera de un país se encuentra relacionada indudablemente con el patriotismo. Todos los que amamos la tierra en la que hemos nacido, nos sentimos identificados con sus costumbres, nos abrazamos a nuestra Bandera para defender nuestras tradiciones, y demostrar que nos sentimos orgullosos de nuestro País. No conozco otra manera de sentirse patriota, y mucho menos si enarbolamos una bandera republicana, comunista o griega, como sucedió en la manifestación de la pasada semana, en la que el partido patrocinador de la misma se olvidó de levantar nuestra Bandera, cuando se reivindicaba un cambio total de nuestra política, incluida una nueva Constitución. Por ello la mayoría de los españoles, no se sintieron llamados para apoyar este cambio, pues al faltar su Bandera se quedaron en casa.

  Manifestación de Podemos el lunes 2 en Madrid.

    ¿Se imaginan que hubiera pasado si una bandera de Alemania, pais socio nuestro en la Comunidad Europea, hubiera aparecido en la manifestación? Con toda seguridad hubiera sido mal recibida, a pesar de que tanto los organizadores, como los asistentes, conocen que esta bandera representa a un pueblo que, contra su voluntad, contribuye con miles de millones de euros a los presupuestos de la CE, presupuestos que nutren las economías de los socios más débiles. Se puede ser euroescéptico, ir detrás de una bandera de la extinta URSS, o incluso ser bolivariano, pero no se puede ocultar lo que supone pertenecer a la CE, por creer que su discurso anti-corrupción gana más votos que sus propuestas económicas.

    Al terminar la manifestación, esta hubiera sido muy distinta si las banderas representaran todos los pueblos de la CE, y con ello pedir que esta unidad , que tanto nos ha costado conseguir, no se rompa. Nunca había visto una manifestación con tantas banderas de Hispanoamerica (Ecuador, Chile, Cuba, Republica Dominicana,,,,,), por lo que llegué a creer que no estábamos en Europa. Esperé que todo terminaría entonando el Himno de la Alegría, pero las distintas canciones que se entonaron, solo incitaban al odio.

    Es cierto que las banderas son solo un “trapo”, pero cuando este trapo representa a un pueblo, nadie puede despreciarla en vano, sin merecer la repulsa total del pueblo que representa. Si a estos símbolos, la Bandera y el Himno, se les puede ultrajar continuamente por parte de algunos ciudadanos, como símbolo de una Nación, es mejor que se sientan desvinculados de ella.

    La mayoría de los españoles somos patriotas, no patrioteros. Por ello merecemos ser respetados y no insultados, pues desde que nos dimos la Constitución que otros piensan romper, no mejorar, nuestro único afán es poder practicar, con todos los que nos arropamos con la misma bandera, los valores de la solidaridad, la igualdad y la fraternidad. Si perdemos los símbolos, al pueblo no le queda nada para repartir.